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columna ____________________________

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Recordando mis inicios en la música metal, se
me viene a la mente los pensamientos cíclicos
sobre la música y el movimiento underground, y
también en que maldecía todo.

Mis primeros recuerdos sobre tocatas me
sitúan en el Colegio de Profesores, en donde el
ruido, los sentimientos, luces de 60 watts, una
batería sin amplificar, dejaban de manifiesto una
idea compartida por muchos… las ganas de hacer
música.

Dentro de las mentes creadoras percibo ruido
y violencia, dulzura y creación. El movimiento
surge con fuerza aquí en el desierto, donde cada
pedazo de frustración y aflicción se plasma en
música que perdura hasta hoy demostrando que somos
uno de los movimientos metaleros más fuertes del
país.
Muchos creyeron y desearon que no podríamos
concretar nada, que sólo éramos chascones
rebeldes, ebrios y gritones, sin metas en la vida,
pero el tiempo nos ha dado la razón, y si bien
seguimos siendo rebeldes, ebrios y gritones, si
hemos logrado cosas en la música y en la vida. Los
que surgimos de esa forma en los 80’ y 90’, y que
hemos seguido el mismo ritmo y estilo de vida, les
mostramos que no fue una moda, un esquema, una
contracorriente social que sólo buscaba molestar a
la “gente normal”.

Las letras de nuestras canciones, de aquella
época hasta ahora, nos muestran pedazos de
realidad, vivencias, pensamientos salidos del
infierno muchas veces, mundos en cierta forma
paralelos, una forma de vida rechazada por los
demás, aunque a estas alturas, creo que no nos
importa. Viva el metal!!