Page 321 - Historia de la civilización peruana contemplada en sus tres etapas clásicas de Tiahuanaco, Hattun Colla y el Cuzco, precedida de un ensayo de determinación de "la ley de translación" de las civilizaciones americanas
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HISTORIA DE LA CIVILIZACIÓN PERUANA 317
europeo, al que dejó maltrecho a la puerta de los conventos de To-
ledo, Salamanca, Sevilla y Santillana.
Y es que el tal evangelizador español es, ante todo, un lu-
chador.
Él vendrá a pelear con la cruz por arma, contra un enemigo
espiritual, el Diablo, las batallas que Balboa, Candia y Pizarro
pelearon contra enemigos de carne y hueso, con la espada.
Si el diablo hubiese tenido fe de nacimiento en América ha-
bría debido comenzar por llamarse, en cuanto peruano, atlántico
en los días de las Islas Afortunadas de Platón, embriocollagua en
los del tránsito de la raza así denominada a través de la manigua
mazónica, precollagua en los del escalamiento de los contrafuertes
orientales de la Cordillera de los Andes, y protocollagua en los
de la fundación de Tiahuanaco.
Lógicamente habría debido comenzar por tener un nombre
autóctono, colla o aiynara, descriptivo de su menguada naturale-
za y de su funesto imperio.
Su nombre Supaya, adoptado por los collas de épocas pos-
teriores a la fundación del Cuzco, es quechua, como derivado que
parece ser de una nación inconfundible quechua: supi.
Esto nos autoriza a creer que no hubo un diablo collagua, o
si se quiere, aimara, ni un diablo quechua.
El supaya quechua, adoptado en segunda instancia por los
collaguas, respondió evidentemente a una noción castellana, ves-
tida, a falta de un nombre autóctono que no existió en las len-
guas nativas andinas, con el ropaje más soez y despreciable que
se tuvo a la mano en la lengua cuzqueña.
Creemos de más explicar a personas entendidas en el idioma
quechua el significado de la palabra “supi”.
La dificultad para los primeros catecúmenos quechuas, en
manos de sus evangelizadores castellanos, consistió en traducir a
su propio idioma, de suyo materialista, los términos Dios espíritu
y Diablo espíritu, y, seguidamente, las nociones Dios, espíritu puro
e inefable, y demonio, espíritu maligno, abominable y despre-
ciable.