Page 30 - METAFÍSICA 4 en 1 edicion 1 y 2
P. 30
Es por supuesto inútil recalcar que no hay la más mínima obligación de diezmar en absoluto, hasta que no le
venga a cada uno el estado de conciencia que le haga ver que es preferible hacerlo. Es decir, que es mejor no
intentar el diezmo hasta que se esté preparado mentalmente para hacerlo. El dar por una supuesta obligación
o un sentido del deber, es dar con temor, y jamás ningún temor trajo prosperidad.
El pago de un diezmo es un gran acto de fe. A menudo sucede que un estudiante de Ciencia Divina siente
un deseo profundo de poner toda su fe en Dios, y de poseer una fe verdaderamente científica. Desear esto es
tenerlo automáticamente; sin embargo no siempre se puede lograr la convicción absoluta de esto último, y por
el hecho de no poder sentir esta sensación él se cree falto de fe cuando en realidad no lo está, pero si él
practica el diezmo por convicción de que es lo correcto, esto será la prueba de su fe, no obstante lo que le
digan sus sentimientos por el momento.
Algunos creen que porque están en aprietos no les es posible diezmar por los momentos, pero que lo harán
en cuanto sus circunstancias lo permitan. Esto es perder todo el significado porque mientras mayor sea la
presente dificultad, mayor la necesidad de diezmar, ya que sabemos que la dificultad presente es debida a una
actitud mental (probablemente subconsciente) y por supuesto que las circunstancias no podrán cambiar hasta
que haya un cambio en la actitud mental. El diezmar, en verdad espiritual, será una prueba de que la actitud
está cambiando, y será seguido por la demostración deseada.
El secreto de demostrar prosperidad por el diezmo es el de comprender, realizar que el único origen de
nuestro suministro es Dios, y que el negocio o el empleo, las inversiones o los clientes no representan sino el
canal a través de los cuales se está manifestando en ese momento la Providencia que nos viene de Dios.
Ahora pues, la práctica de diezmar por motivos espirituales es la prueba concreta de que se ha aceptado esa
idea, y la consecuencia inevitable de dicha aceptación es la prosperidad visible. Es fácil ver, pues, la
diferencia que existe entre la práctica espiritualmente comprendida y la otra – material e inútil – de apartar la
décima parte, a menudo con mala gana, con la experanza de hacer una buena inversión. Como una expresión
de que se considera justicia espiritual, el diezmo es un éxito inevitable. Como una inversión egoísta va al
fracaso seguro.
La respuesta a la pregunta de cuán a menudo debe ser pagado el diezmo, es también muy sencilla. El
momento correcto para pagar el diezmo es al recibir la mesada, o el pago semanal o semi-anual, dependiendo
de cómo se recibe la renta. Por lo general es mejor pagar pequeñas sumas que una sola grande, pero no se
puede dar una regla general.
―Dad y se os dará‖: medida buena, apretada, remecida, desbordante; porque la medida que emplearéis para
con los demás, esa misma recíprocamente se empleará para con vosotros. (Lucas 6:38).
Muchos Maestros de la Verdad han atestiguado de los beneficios infalibles del diezmo. Uno de ellos, John
Murray, escribió:
―De acuerdo con la Ley Hebraica, el diezmo quiere decir la décima parte, y se refiere a una forma de
impuestos por la cual los hebreos tenían que dar, por Ley Levítica el décimo de su producción (de la tierra o de
bestias, etc.) para el servicio de Dios. Es notable que mientras este sistema prevaleció la nación hebrea
prosperó, colectiva e individualmente, y donde quiera que ha sido aplicada honesta y finalmente jamás ha
fallado. Si el granjero se negara a darle a la tierra una cierta cantidad de maíz y papas, de las que ha recibido
de esa tierra, no tendríamos cosechas. ¿Por qué, entonces esperamos a recibir la abundancia de parte de
Dios, si le damos tan mezquinamente a su santa causa? Aquellos que diezman siempre están seguros de que
tienen a Dios por Socio.‖
La conexión entre el diezmo y la prosperidad es, después de todo, simplemente una expresión de aquella ley
que expresa que aquello que nosotros le hacemos al Universo, el Universo nos hace a nosotros. Lo que
damos, generosidad o parsimonia, lo recibiremos de nuevo. Igual atrae igual. Que lo que el hombre siembra,
eso recoge, y que ningún hombre escapa a la ley. El levítico dice: ―Y todo el diezmo de la tierra, así sea de
semilla o del fruto de árboles, pertenecen al Señor. Es Santificado al Señor. (Levítico 27:30).
―Honra al señor con su substancia, y con los primeros frutos de tu abundancia, y tus graneros rebosarán y tus
prensas reventarán con vino nuevo‖. (Proverbios 3:9, 10).
Después de que Jacob recibió la visión que le dijo que había una escalera mística desde la tierra hasta el
cielo (la escalera de la Oración Científica y la actividad justa) decidió de inmediato adoptar la práctica del
diezmo realizando que...
―Dios estará conmigo, y me protegerá en mis caminos, me dará el pan y la ropa‖.
EL ESCALÓN EN QUE TÚ TE ENCUENTRAS
Si a tí te gusta todo lo que has leído hasta ahora en esta enseñanza para la Nueva Era; si varias veces en su
lectura te has encontrado diciendo ―¡Pero si ya yo sabía esto instintivamente!‖ – ―Yo diría que soy un
Metafísico nato, porque practico muchas de estas cosas!‖, entonces ya atravesaste por todas las otras sectas,
religiones y credos que existen en el planeta, en el curso de tus vidas pasadas. Todas sus prácticas y teorías
las tienes acumuladas. Lo constructivo está en tu Cuerpo Casual, que es el Aura de tu Yo Superior. Lo
destructivo está en tus vehículos inferiores (cuerpo físico, cuerpo emocional, cuerpo etérico y cuerpo mental)
pero sobre todo, en tu cuerpo etérico está toda la memoria de todo lo que te ha ocurrido en todas tus vidas:
nada se pierde. Anota esto muy bien. NADA SE PIERDE.
30