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4 al 10 de Septiembre de 2017

             Saluda del Párroco














                 ”Hágase en mí según tu palabra”. Esto respondió María, la Virgen que nosotros invocamos como Seño-
              ra de las Angustias, a la propuesta que le hacía el ángel del Señor. El ángel Gabriel le pedía permiso para
              que Dios, por su medio, pudiese salvar al hombre. Y precisamente el curso pastoral que hemos concluido
              eligió esta afi rmación de la Virgen como lema para todas aquellas actividades que se fueron desarrollando
              en la Diócesis en torno a un presupuesto motriz y clave de la vida del cristiano: tener oídos ate7ntos a la
              Palabra de Dios, aceptarla en nuestro corazón y hacer de ella el sustento de nuestra vida. Y son palabras
              de la Virgen, esa a la que nosotros nos dirigimos como Madre de las Angustias y a la que tanto queremos y
              admiramos.


                 Nos disponemos un año más a honrar en sus fi estas a María, la Madre de las Angustias, la Madre de Dios
              y nuestra Madre. Y ella dijo estas palabras fundacionales: obediente a la Palabra, a lo que Dios le pedía,
              esclava del Señor. Y nosotros que la veneramos, la amamos y la seguimos tenemos que actuar como ella:
              obedientes al Señor.


                 Esto es la fi esta. Por su propia naturaleza fi esta son unos “días sagrados”, destinados a adentrarnos en
              los tuétanos mismos de nuestra existencia personal y colectiva. Y, desde ahí fi jar, la mirada en quien es la
              fuente de la que emanan todas las cosas. Es poner a Dios en el centro de la vida y decirle -con palabras,
              pero esencialmente con los hechos-  como Ella, la Madre: “Hágase en mí”. Nuestra honra a María tiene que
              ser así: dispuestos con el corazón operante, que se pone a los pies del Señor reconociéndose su esclavo,
              adorándolo y obedeciéndolo.


                 Si esto lo viviéramos verdaderamente de esta manera habríamos mejorado automáticamente el mundo y
              nuestra vida; Si, cuando nos ponemos de fi esta, abordáramos como sagrados esos días y, en esa conside-
              ración, nuestra vida se sometiera a la Palabra de nuestro Dios y lo obedeciera, si nos dejáramos traspasar
              por sus mandatos y los cumpliésemos, muchos peldaños subiríamos inmediatamente en la escalera de la
              perfección, y en nuestra propia felicidad. A eso es a lo que nos mueve Ella, la Virgen de las Angustias. No la
              defraudemos. Que sus fi estas nos ayuden a que fl orezca vigorosa la Gracia en nuestro ser.


                                                                          Felices y santas fi estas. El Señor os bendiga.
                                                                                                       Vuestro Párroco
                                                                              Andrés Francisco Peña Macías, presbítero.














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                                                                                                             de la Sagra
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