Page 39 - Cuentos_CIMORT_2019
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Mi salud mental no podía empeorar. Me intenté suicidar, 3 veces pero ninguna funcionó. Me internaron en un hospital psiquiátrico, me quedé allí por 9 meses hasta que me recuperé. Solo tenía un amigo, que era mi vecino. Lo conozco desde que vivo en mi vecindario, hace 9 años. Él me ha apoyado en todo lo que ha podido, y en lo que no también. Él sabía lo de mi brazo, pero parecía no importarle, me trataba como el resto de los niños, que es algo que muy poca gente hacía. Casi todos los días íbamos a jugar al parque del vecindario, hacíamos tareas juntos, dormíamos en la casa del otro casi siempre. No había un día que no viéramos al otro, aunque el otro estuviera enfermo, íbamos a su casa a animarlo y lo hacíamos sentir mejor. Le pregunté qué era lo que debía hacer para que mis compañeros de clase me pararan de molestar, dijo que era cuestión de tiempo para que se dieran cuenta de que yo era una persona completamente normal, y que de todas maneras, hagan lo que hagan, sienta lo que sienta, que no pierda mi esencia como persona y que no cambie mis gustos por nada del mundo, que yo era una persona muy extraordinaria de una manera positiva. Le conté que ya desde hace tiempo me molestaban, no supo qué contestar, parecía triste, como con una mirada en los ojos completamente en blanco. Empezó a llorar, no sabía qué decirle ni cómo consolarlo. Le pregunté que qué estaba mal, no contestó. Nada nunca cambió, me siguieron molestando y haciendo gestos irrespetuosos y llamándome apodos que ellos sabían que me molestaba, me llamaban así a propósito. Años después, me empecé interesar realmente por la música. En preparatoria en vez de poner atención a las clases, me ponía a escribir canciones y melodías, pensaba en diferentes ritmos, era una mezcla no solo de sonidos, si no de sentimientos, movimientos, emociones, vibras y mis 39