Page 48 - Cuentos_CIMORT_2019
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Qué hermosa es la ciudad de noche. Vista desde la ventana de mi departamento, me hace sentir tranquilo, nada más. Parece que vuelo sobre todos los problemas que tiene la gente. Nadie puede alcanzarme, solo las oscuras nubes que a veces cubren el cielo, escondiendo los edificios y las casas dormidas. Descansan sobre el suelo frío, de vez en cuando ven pasar una bolsa de plástico o una hoja seca y solitaria, buscando con quién jugar. Los grandes edificios corporativos se agitan un poco más cuando ven uno de los tantos perros callejeros, que corren apurados para llegar a ningún lado, sin detenerse más que para orinar o hacer popó. Los semáforos de las calles se cansan de escuchar a todos los coches pasar, día tras día, y noche tras noche. Los sucios charcos salpican su desesperación a la gente que los pisa. Y el aire se respira difícilmente, se siente pesado en los pulmones. Afortunadamente, aquí, en mi hogar, no hay situaciones que me causen problemas. Las ventanas me protegen de las piedras congeladas que lanzan los ciudadanos del cielo para lastimar a los humanos, que dañan su hermosa tierra flotante. Pero esperan a que las almas buenas estén protegidas en sus casas, en sus hogares, en su escudo. Las fábricas ríen desgraciadamente al exhalar castigos, que hacen que mueran los ciudadanos del cielo; los pájaros. Los cuervos, las palomas y los demás pájaros huyen de los asesinos que matan con facilidad, esperando a que la persecución se acabe en algún momento de esa vida de fugitivos. Cuando encuentran refugio pueden descansar tranquilos, sabiendo que hay humanos en el suelo, buscando una solución para acabar con la muerte flotante, que está llegando cada vez a un nivel más cercano al suelo.  48   


































































































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