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justificadas conforme  es importante tener en cuenta que es lo  más sensato, más  bien
                  estoy en desacuerdo con la autoridad porque me gusta mucho el debate y la actividad de
                  la pelea intelectual. El simbolismo que requiere un debate o un choque intelectual es
                  algo bellísimo, cuando se ve desde lejos, es casi como dos universos estrellándose en
                  aras  de  llegar  a  la  paz  de  ambas  partes.  También  nunca  me  he  conformado  con  una
                  identidad, no me gustaría decirme que esto o lo otro, es asqueroso tratar de catalogarse,
                  como si fuéramos vacas o animales, así como así que tratan de deseo. Para mí el amor
                  no puede ser solo deseo, conforme hay una parte trascendental que va más allá de lo
                  visceral, por eso es por lo que uno a veces podría llegar a la conclusión de que cuando la
                  pareja se va, es lo mejor para ambos, a pesar de que son felices sin el otro. Mi relación
                  con mi padre no es como la de Rimbaud, es más difícil a veces, pero nunca ausente, mi
                  papa  está  ahí  para  mí  cuando  lo  necesito,  pero  ambos  nos  parecemos  tanto  que
                  chocamos mucho. Mi madre detesta que tome autoridad sobre mi vida, y haga “lo que
                  me  da  la  gana”,  pero  es  inevitable,  y  no  tengo  argumentos,  lo  único  que  puedo
                  responder es que soy así.

                  Mi  pasión  a  la  filosofía  me  ha  llevado  por  dos caminos  que,  aunque  contrarios,  son
                  complementarios:  al  igual  que  Rimbaud,  me  he  visto  rodeado  de  personas  lucidas  y
                  magistrales en el mundo de la intelectualidad, no solo a través de las personas en mi
                  vida  a  las  que  muchas  podrían  llamar  profesores/amigos/colegas/errores  etc.  Sino
                  también a través de la historia de la filosofía he aprendido mucho acerca de mí y de las
                  mentes atormentadas que aluden esta disciplina. Por otro lado, al igual que Rimbaud, la
                  filosofía me ha llevado a tomar una actitud oposicionista hacia la vida, un poco rebelde,
                  pero  más  que  nada  inconforme,  me  tomo  la  libertad  de  decirme  que  lo  que  estoy
                  haciendo para cambiar el statu quo está bien, pero al final del día no tengo ni idea, como
                  ya  explique,  lo que  me gusta en realidad solo es el debate  mental, en realidad si  las
                  cosas cambian o no está fuera de mis manos. A pesar del gusto que le tengo a esto, la
                  filosofía me ha llevado por caminos difíciles (pero para mí, necesarios) acerca de lo que
                  debo hacer con mi vida: es difícil mirar a la autoridad a los ojos y decirle que no estas
                  conforme, pero no hay nada más importante en la vida que cogerla por los cuernos.

                  Rimbaud y yo nos parecemos porque a ambos nos mueve algo muy específico que, así
                  como nos ha dado alegrías, nos ha dado muerte, y a su vez, somos incomprendidos, pero
                  necesarios para nuestros adyacentes, Rimbaud es el poeta maldito por excelencia y yo sí
                  que estoy maldito. Una vez mi profesor de español me dijo que yo era la representación
                  del  mal,  y  aunque  no  supe  cómo  responder,  de  alguna  manera,  estoy  de  acuerdo.
                  También nos parecemos porque detestamos las etiquetas: encasillarse es cerrarse a las
                  posibilidades.

                  Rimbaud fue un genio precoz, espero yo no serlo nunca porque quiero dedicar mi vida a
                  esto.  No  me  veo  deteniéndome  a  los  60  años  con  las  manos  cansadas  y  la  mirada
                  perdida, mucho menos a los 20 que fue cuando Rimbaud dejó de escribir, tampoco me
                  veo siendo proxeneta o traficante de armas: me considero una persona buena, y aunque
                  concuerdo que hay mal dentro de mi ser, tampoco creo que sea desmedido en el sentido
                  de lo suficiente para llevarme por la mala vida. Me preocupan mis amigos, mi familia,
                  mis profesores de vida y yo mismo, jamás me veo deteniéndome y en ese sentido, no
                  soy Rimbaud. Yo no paro hasta que cambie el mundo por casualidad o hasta que me
                  muera.
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