Page 699 - demo2
P. 699
justificadas conforme es importante tener en cuenta que es lo más sensato, más bien
estoy en desacuerdo con la autoridad porque me gusta mucho el debate y la actividad de
la pelea intelectual. El simbolismo que requiere un debate o un choque intelectual es
algo bellísimo, cuando se ve desde lejos, es casi como dos universos estrellándose en
aras de llegar a la paz de ambas partes. También nunca me he conformado con una
identidad, no me gustaría decirme que esto o lo otro, es asqueroso tratar de catalogarse,
como si fuéramos vacas o animales, así como así que tratan de deseo. Para mí el amor
no puede ser solo deseo, conforme hay una parte trascendental que va más allá de lo
visceral, por eso es por lo que uno a veces podría llegar a la conclusión de que cuando la
pareja se va, es lo mejor para ambos, a pesar de que son felices sin el otro. Mi relación
con mi padre no es como la de Rimbaud, es más difícil a veces, pero nunca ausente, mi
papa está ahí para mí cuando lo necesito, pero ambos nos parecemos tanto que
chocamos mucho. Mi madre detesta que tome autoridad sobre mi vida, y haga “lo que
me da la gana”, pero es inevitable, y no tengo argumentos, lo único que puedo
responder es que soy así.
Mi pasión a la filosofía me ha llevado por dos caminos que, aunque contrarios, son
complementarios: al igual que Rimbaud, me he visto rodeado de personas lucidas y
magistrales en el mundo de la intelectualidad, no solo a través de las personas en mi
vida a las que muchas podrían llamar profesores/amigos/colegas/errores etc. Sino
también a través de la historia de la filosofía he aprendido mucho acerca de mí y de las
mentes atormentadas que aluden esta disciplina. Por otro lado, al igual que Rimbaud, la
filosofía me ha llevado a tomar una actitud oposicionista hacia la vida, un poco rebelde,
pero más que nada inconforme, me tomo la libertad de decirme que lo que estoy
haciendo para cambiar el statu quo está bien, pero al final del día no tengo ni idea, como
ya explique, lo que me gusta en realidad solo es el debate mental, en realidad si las
cosas cambian o no está fuera de mis manos. A pesar del gusto que le tengo a esto, la
filosofía me ha llevado por caminos difíciles (pero para mí, necesarios) acerca de lo que
debo hacer con mi vida: es difícil mirar a la autoridad a los ojos y decirle que no estas
conforme, pero no hay nada más importante en la vida que cogerla por los cuernos.
Rimbaud y yo nos parecemos porque a ambos nos mueve algo muy específico que, así
como nos ha dado alegrías, nos ha dado muerte, y a su vez, somos incomprendidos, pero
necesarios para nuestros adyacentes, Rimbaud es el poeta maldito por excelencia y yo sí
que estoy maldito. Una vez mi profesor de español me dijo que yo era la representación
del mal, y aunque no supe cómo responder, de alguna manera, estoy de acuerdo.
También nos parecemos porque detestamos las etiquetas: encasillarse es cerrarse a las
posibilidades.
Rimbaud fue un genio precoz, espero yo no serlo nunca porque quiero dedicar mi vida a
esto. No me veo deteniéndome a los 60 años con las manos cansadas y la mirada
perdida, mucho menos a los 20 que fue cuando Rimbaud dejó de escribir, tampoco me
veo siendo proxeneta o traficante de armas: me considero una persona buena, y aunque
concuerdo que hay mal dentro de mi ser, tampoco creo que sea desmedido en el sentido
de lo suficiente para llevarme por la mala vida. Me preocupan mis amigos, mi familia,
mis profesores de vida y yo mismo, jamás me veo deteniéndome y en ese sentido, no
soy Rimbaud. Yo no paro hasta que cambie el mundo por casualidad o hasta que me
muera.