Page 116 - complot contra la iglesia
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La visión del tribuno, que conocía bien a los judíos, frustró sus planes
                    criminales mandando a San Pablo escoltado por doscientos soldados al mando
                    de dos centuriones, aclarando el versículo lo que hizo el tribuno romano:
                           “25. (Porque temió no se lo arrebatasen los judíos, y lo matasen, y después le
                    calumniasen a él de haber recibido dinero:)” (92).
                           Este ilustrativo pasaje del Nuevo Testamento pone en evidencia que los
                    judíos farsantes, inventores de las huelgas de hambre, ya las ponían en
                    práctica en tiempos de San Pablo, cuando juraron no comer ni beber hasta que
                    lograran matarlo. Los Hechos de los Apóstoles no nos aclaran si después de
                    salvado San Pablo por la previsión del tribuno romano, sostuvieron los judíos
                    huelguistas su juramento hasta la muerte, pero el silencio que guarda al
                    respecto el apóstol, nos hace suponer que en esa, como en las huelgas de
                    hambre de nuestros días, los comediantes hebreos al no lograr sus propósitos,
                    encontraron el pretexto adecuado para suspender la huelga.
                           Por otra parte, se ve que ya desde lejanísimas fechas, practicaban el
                    sistema de asesinar a los presos al ser trasladados en el camino de una
                    población a otra; y se observa que hasta los romanos tenían miedo a las
                    calumnias de los judíos, a quienes sin duda conocían como maestros en este
                    arte maléfico.
                           Para dar a conocer las actividades siniestras del judaísmo y su manera
                    de actuar, para nada se necesitan los famosos “Protocolos de los Sabios de
                    Sión”; basta con las enseñanzas de la  Sagrada Biblia y otros documentos
                    fidedignos e indiscutibles, muchas veces procedentes de las más
                    insospechadas fuentes hebreas.
                           Después de conducido San Pablo ante el gobernador, siguen narrando
                    los Hechos de los Apóstoles:
                           “2. Y los príncipes de los sacerdotes, y los principales de los judíos acudieron a él contra
                    Pablo: y le rogaban. 3. Pidiendo favor contra él, para que le mandase venir a Jerusalén,
                    poniéndole asechanzas para asesinarle en el camino. 4. Mas Festo les respondió, que estaba
                    guardado Pablo en Cesarea: y que él cuanto antes partiría. 5. Y los principales (dijo) de vosotros
                    vengan conmigo, y si hay algún delito en este hombre, acúsenle. 7. Y cuando fue llevado, le
                    rodearon los judíos, que habían venido de Jerusalén, acusándole de muchos y graves delitos,
                    que no podían probar. 8. Y Pablo se defendía, diciendo: En nada he pecado, ci contra la ley de
                    los judíos, ni contra el templo, ni contra César” (93).
                           Para comprender esta terrible tragedia, hay que tomar en cuenta que
                    San pablo era un hombre virtuoso e iluminado por la gracia divina, en forma
                    que le ha hecho digno de ser considerado como uno de los más grandes
                    santos de la Cristiandad; pero a pesar  de ello, los judíos, con su perfidia
                    peculiar y su perseverancia paranoica, se ensañaron contra él en la forma
                    descrita por los anteriores pasajes de  la Sagrada Biblia, agravándose el
                    problema porque no fueron sólo los judíos de Palestina sino los de las más
                    diversas partes del mundo, los que demostraron sus instintos asesinos y
                    malvados; y que no fueron sólo los de la secta de los fariseos sino también los
                    saduceos, rivales de los anteriores.  No fueron individuos aislados y sin
                    representación los que destilaron tanta maldad sino los príncipes de los
                    sacerdotes, los escribas, jerarcas y  hombres más ilustres de Israel. Todos
                    cortados con la misma tijera.
                           Los pasajes del Nuevo Testamento, nos enseñan a conocer el peligro
                    que significa para la humanidad el judaísmo moderno, cuya maldad traspasa
                    los límites de todo lo que otras naciones pueden imaginar. Por ello los Papas y
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