Page 76 - complot contra la iglesia
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evitarlo-, se llega a la conclusión cierta, de que dicha religión, lejos de tener
parentesco y afinidad con el cristianismo, es la antítesis y la negación suprema
de la fe de Cristo, con la que no hay la más remota posibilidad de
entendimiento.
Capítulo Tercero
MALDICIONES DE DIOS A LOS JUDÍOS
La judeo-masonería, el comunismo y las diversas fuerzas políticas que
ambos controlan, han lanzado innumerables ataques contra la política secular
de la Santa Iglesia Católica. Uno de los puntos más atacados, ha sido el
relativo al Santo Oficio de la Inquisición y a sus autor de fe, que algunos
clérigos –por ignorancia de la historia y por influencias propagandísticas
masónico-liberales- los han llegado a ver tan deformados hasta que la Santa
Iglesia se equivocó en su política inquisitorial, llegando al extremo de tratar de
evadir esta cuestión en cualquier controversia, con un sentimiento de
culpabilidad a veces subconsciente.
Esta actitud vergonzante, contrasta con la propia postura de algunos
historiadores judíos que, conocedores de la verdad, aceptan algunos aspectos
positivos del sistema inquisitorial, como Cecil Roth, que en su obra “Storia del
pòpolo ebraico”, dice textualmente:
“...Es necesario reconocer que, desde un punto de vista, la Inquisición era justa.
Raramente procedía sin base seria; y, cuando un asunto estaba en marcha, el objetivo último era
el obtener una confesión completa que, unida a la expresión del arrepentimiento, salvaría a las
víctimas de los horrores de los tormentos eternos. Los castigos impuestos eran considerados
más como una expiación que como un castigo...” (25).
En este asunto tan controvertido –que los enemigos del catolicismo han
considerado como el tendón de Aquiles de la Iglesia-, es preciso no perder
vista la realidad en medio del cúmulo de mentiras, distorsiones y fraudes
históricos que ocultan la verdad con una espesa maraña tejida especialmente
con este objeto, por los judíos y sus cómplices. La política inquisitorial de la
Santa Iglesia, lejos de ser algo condenable, algo de los cual la Iglesia tenga
que avergonzarse, fue, no sólo teológicamente justificada, sino de grandes
beneficios para la humanidad. Gracias a la Santa Inquisición –llamada santa
por Papas, concilios, teólogos y santos de la Iglesia- la humanidad se vio
entonces, libre de la catástrofe que ahora la amenaza y que se habría
producido hace varios siglos. La Inquisición logró detener seis siglos la
espantosa revolución mundial judía que está a punto de arrasarlo todo y de
esclavizar a todos los hombres.
No somos partidarios de que en la actualidad se trate de imponer la
religión por la fuerza, ni de que se persiga a nadie por sus ideas; porque la
verdad deberá imponerse solamente por medio de la libre discusión, sin
necesidad de medios coercitivos. Sabemos que la Santa Iglesia, tolerante y
benévola en sus primeros tiempos, tuvo que enfrentarse a una situación
extraordinaria: la amenaza de muerte planteada a la Cristiandad entera, por el
judaísmo internacional, en el siglo XII; amenaza cuya gravedad es comparable