Page 59 - Los judíos y la masonería - Pe. Nicolas Serra y Caussa, 1907
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              y  he  sido  purificado con el  &gUa  (bautismo  de  Occidente)-
              Rosa.·Cruz  obligado  a  la Pascua  en  forma  judía  -  Ca.ba.lle-
              ro Kadosch  inmola  un  cordero.  -  Con  desdeñoso  apresura-
              miento  se  le  dice  al Rosa-Cruz  que  Jesús  no  fué  jamás  rey
              de  los  judíos.  -Parodia sacrílega  de  la  Sagrada  Eucaristía.
              -  Acto  sacrílego  de  escupir y  pisotear  el  Crucifijo.  -Odio
              formal  a  Cristo.
                El libre pensador niega  la divinidad de  Jesucristo.  pero  le
              respeta  como  a  gran filósofo;  el  protestante  adultera  su  di-
              vinidad,  pero  la  reconoce  a  su  modo j  hasta  el  mUlSuLmán  le
              reverencia  como  a  un  profeta j  solamente  el  judío  le  profesa
              odio  formal,  y  no  sólo  niega  su  divinidad,  sino  que  además
              escarnece  y  ultraja  su  Humanidad  sacratísima.
                En  este  grado  33'  se  cuenta  una  historia  de  Cristo  llena
              de  las más  atroces  e  infames  blasfemias:  que  el  glorioso  pa-
              triarca San José  era un brutal soldado  que  sedujo  a  la  San-
              tísima  Virgen  María;  que  Nuestro  Señor  Jesucristo  fué  su
              hijo  natural,  legitimado  después  por  San  José,  y  por  este
              estilo  se  blasfema  de  la  Sagrada  Familia.
                y  todo  esto  a  modo  de  coronamiento  de  la  instrucción
              para  el  grado  último  de  la  masonería.
                 Con  esto  el  autor hace  punto  en  su  revista  de  grados  ma-
              sónicos  y  resultante  defensa  del  sistema  judaico.  La  hemos
              reproducido  substancialmente  con  toda  puntualidad,  sin  to-
              marnos la licencia de  alterarla en lo más significante, ni para
              atenuar  ni  para  acrecentar su  fuerza,  como  fácilmente  podrá
              convencerse  quien  quiera que  haga la diligencia  de  confron-
              tar  nuestro  resumen  con  la  exposición  original.
                Ahora  nos  llega  el turno  de  satisfacer a  nuestro  ~ompromi­
              so,  de  poner  en  claro  los  dos  puntos  arriba  enuncmdos:  r  el
              antecedente,  a  saber,  si  esos  ritos  que  acabamos  de  revisar
              son judaicos en su letra y  en su espíritu;  ~ si dada la verdad
              del antecedente, se  infiere en rigor la cOIlBecuencia,  el origen
              judaico de  la masonería.
                El primer punto es  de palmaria evidencia  por lo que hace  a
              la letra de  los  ritos.  Basta dar un repaso a  las  leyendas:  per-
              sonajes,  ceremonias,  historia cierta  o  fabulosa,  alusiones,  len-
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