Page 183 - Arquitectos del engaño
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De acuerdo con el tratado secreto con los nazis, la Unión Soviética aprovechó la oportunidad el 17 de
        septiembre de ocupar las partes polacas de Bielorrusia y Ucrania. En los 21 meses de dominio soviético
        antes del ataque alemán del 22 de junio de 1.941, murieron hasta 750.000 personas pertenecientes a estas
        minorías étnicas. 1.250.000 de los antiguos ciudadanos polacos (entre ellos judíos no comunistas), fueron
        deportados a Siberia y a Asia Central en febrero de 1.940. Criaturas, viejos y gente enferma morían de frío,
        cuando a veces se llegaba a menos 30-40 grados (Celsius). Las vías férreas que iban hacia el este estaban
        llenas de cadáveres congelados. Una nueva ola de deportaciones mató de sed a sus víctimas. Casi la mitad
        murieron  durante  el  transporte  en  los  vagones  del  tren  sellados.  De  los  supervivientes,  a  120.000  se  les
        permitió abandonar la Unión Soviética en 1.942 en relación con el establecimiento del ejército polaco bajo el
        mando del General Wladyslaw Anders. En junio de 1.941, hasta 100.000 polacos fueron fusilados por la
        NKVD, la policía secreta Soviética (Jan T. Gross, "La revolución desde el extranjero: La conquista Soviética
        de  Ucrania  occidental  y  de  la  Bielorrusia  occidental  polacas",  Princeton  University  Press,  1.988).
        Comparado con esto, los nazis parecen gamberros insignificantes.
               El  Dr.  Burton  Klein  publicó  el  libro  "La  preparación  económica  de  Alemania  para  la  guerra"
        (Cambridge,  1.959),  donde  rechazaba  la  acusación  común  de  que  Alemania  tenía  una  economía  militar
        totalmente dirigida hacia la guerra: "Francia e Inglaterra gastaron tanto o más en armamento, y su gasto
        conjunto  de  armamento  era  mucho  más  alto."  El  historiador  A.  J.  P.  Taylor  en  1.961  señaló  también  la
        responsabilidad británica en el desarrollo.
               En su informe final al presidente Franklin D. Roosevelt, el General George C. Marshall señaló que
        Hitler  no  estaba  de  ninguna  manera  preparado  para  una  guerra  larga,  y  menos  para  una  guerra  para
        conquistar el mundo. De hecho, ni siquiera estaba preparado para una guerra contra Inglaterra y Francia, y
        menos contra la Unión Soviética. Esto fue confirmado por un experto mundial en preparación económica
        militar, el coronel A. G. Texley, en un artículo en la Quartermaster Review, en junio de 1.948.
               El destacado historiador norteamericano, el profesor David Leslie Hoggan, muestra en su obra "La
        guerra forzada: Los orígenes e instigadores de la Segunda Guerra Mundial" ("Der erzwungene Krieg: Die
        Ursachen und Urheber des Zweites Weltkrieges", San Francisco 1.961) que Hitler nunca deseó una guerra en
        1.939,  y  que  la  sus  reclamaciones  sobre  Polonia  eran  más  modestas  de  lo  que  muchas  publicaciones
        estadounidenses y británicas han mostrado. Hitler había pedido una autopista a través del corredor polaco y
        su  regreso  a  la  ciudad  alemana  de  Danzig.  A  partir  de  marzo  de  1.939,  Polonia  se  negó  a  negociar.  El
        embajador  británico  Kennard  (francmasón)  en  agosto  de  1.939  presionó  a  los  polacos  para  que  no
        negociaran.
               El  libro  de  Hoggan,  publicado  por  primera  vez  en  Alemania  en  1.961,  estaba  basado  en  su  tesis.
        Describía a los británicos y polacos como los agresores y a Alemania como la víctima. El libro de Hoggan
        también afirmaba que las políticas hacia los judíos alemanes eran benignas, o por lo menos más indulgentes
        que las de Polonia.
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