Page 15 - Parlante. 1°
P. 15

Especial                                            Entre el ensueño y




                                                                           el desvelo:
                                                                                 breve anecdotario

                                                                                               cedartiano.





   A principio el CEDART es una pose, una máscara, un anhelo. La promesa de un lugar libre donde podrás dejarte los cabellos
   largos, pintarlos de colores, tatuarte, ponerte cualquier pedazo de metal o plástico en la cara, hablar sobre cualquier tema con
   cualquier persona, ser libremente lo homosexual que eres o ser el rockerito más satánico que puedas. Cuando recién estás aden-
   tro no se es verdaderamente consciente de las cosas, de todo lo que uno desperdicia, lo rápido que pasa el tiempo.
                                     Cuando estás en primero no pasa absolutamente nada.

                                     Cuando estás en segundo no pasa absolutamente nada.
                      Cuando estás en tercero no pasa absolutamente nada, pero ahora tienes uniforme rojo.

   Pero cuando estás a unos meses de estar afuera, y tienes que escribir sobre lo que para ti fue el CEDART dices “¡Chinga! ¿Qué
   hecho todo este tiempo?”. Entonces observas lo que has dejado atrás, y así recuerdas cuando tuviste tu primera gran present-
   ación en la sala de un museo famoso de la ciudad, a donde no asistieron los amigos de la secundaria que invitaste. Cuando a esa
   misma presentación no fueron tus familiares, cuando no fue mamá o papá porque tenía algo más importante que hacer.

   Fue también donde realizaste un primer gran viaje con las personas con las que convives la mayor cantidad de tu tiempo y las
   miraste correr, y las miraste reír, y las miraste comer y dormir, cuando descubriste que entre risa y risa también se hace el amor.
   Cuando despertaste en una cama diferente con personas diferentes en un lugar diferente para emprender uno de los mejores
   días de tu vida. Cuando caminaste en la madrugada con veinte cabrones para ir por un café, fumar un cigarrillo y luego platicar
   en la orilla de la alberca. Fue ahí cuando aprendiste la importancia de que todos hicieran silencio, la importancia de que todos
   prestaran atención. Cuando sentiste por primera vez lo satisfactorio que era que más de noventa personas pudieran mantenerse
   en silencio durante toda una función.
   Cuando pasaste toda la noche haciendo una única tarea para que al día siguiente el maestro no la calificara, cuando pasaste toda
   otra noche haciendo la misma cantidad de tarea para que al día siguiente el maestro si la calificara y sintieras uno de los placeres
   más extraños de la vida. Donde realizaste la tarea más perra de todas, también donde realizaste la más culera. Fue ahí donde
   conociste al maestro que se mereció -y se merece- todo tu respeto, admiración y atención, o donde conociste al fósil en su arte,
   que más que enseñarte parecía que siempre quiso sabotear a ti y a los que estuvieron antes que tú -él sabe perfectamente quién
   es-.
   Cuando probaste un churro de mota por primera vez para farolear con tus compas. Cuando llegaste bien pacheco a una clase o
   todo madreado después de una noche de toquín. Fue ahí donde pasaste las mejores tardes, noches, madrugadas con tus amigos
   tirados en un sofá comiendo sopas instantáneas, escuchando música experimental, sonidos de museos, hablando de lo bien o
   mal que ibas con tu pareja y de como te sentías ante ello. Fue también ahí donde preferiste ir a la biblioteca a leer, porque querías
   aprender de las cosas que comúnmente faroleabas a la hora de hablar de arte. Cuando dormiste en el suelo, en el sofá de una
   casa ajena, donde no llegaste a tu casa por más de tres días. Fue ahí cuando te fuiste a la playa con la novia de tu mejor amigo y
   no le dijiste nada. Cuando planeaste irte al otro lado del país para exponer tu obra, cuando tomaste la decisión irte a otra ciudad
   a estudiar la universidad, porque aquí en tu provincia -según- esa wea no mola.
   Cuando dormiste en la cama de otra persona, en los brazos de otra mujer u otro hombre -que no eran los de tus padres-, en los
   brazos de quién vistió contigo el mismo uniforme. Cuando saliste de una casa ajena a las pocas horas de la madrugada.  Tam-
   bién fue ahí cuando se te murió un padre, una madre. Cuando te enteraste que una compañera sufre maltrato por quién dice
   amarla. Cuando una de las mejores personas que pudiste conocer tuvo que abandonar la escuela por problemas personales, y
   te das cuenta que todos los demás que solo van a calentar una banca -porque sus papás les dan todo- están a punto de terminar
   al igual que tú.
   Donde aprendiste todo eso y ahora, a unos meses de salir comprendes que todo ello, es apenas el comienzo
   de un largo camino, que solo tú guiarás y corregirás para llegar al lugar donde siempre has deseado estar…

   O no, solo irás a recoger un certificado que acredite que pasaste los tres años
   “satisfactoriamente” y no habrás aprendido nada…                                                                 14
                                          Absolutamente nada.
   10   11   12   13   14   15   16   17   18   19   20