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                de de
Fe Fe
Lo
            que creemos
                  LAS ESCRITURAS
La Biblia es la Palabra inspirada de Dios. Las Escrituras son las revelaciones divinas dadas por Dios y recibida por el hombre, y como tal, son las únicas revelaciones que son inspiradas e infalibles. La Biblia es la autoridad suprema en todos los asuntos de fe y moral. La Palabra de Dios es la revelación directa de la voluntad de Dios para todos los hombres y para todos los tiempos. Las Escrituras fueron inspiradas plena-verbalmente, el Espíritu Santo sopló sobre los hombres las mismas palabras y pensamientos que quería en conjunción con las personalidades de los escritores, sus rasgos y emociones. El Espíritu Santo guardó y preservó cada pensamiento, frase y palabra de cual- quier error, omisión o inexactitud.
2 Timoteo 3:16-17; Hebreos 4:12; Exodo 24:4; 2 Pedro 3:2
EL ÚNICO DIOS VERDADERO
Nuestro Dios se revela en las Escrituras como el Eterno Dios, la Trinidad, quien se ha mostrado como un solo Dios, que existe en tres personas - el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. La Divinidad es distinguible, pero, en esencia, indi- visibles; co-eterno, co-existente, co-iguales en naturaleza, atributos, poder y gloria. Dios es una esencia indivisa e invisible, pero con tres distinciones eternas: Dios Padre, Dios Hijo, y Dios Espíritu Santo.
Deuteronomio 6:4; Isaías 48:16; Mateo 28:19; Efesios 4:4-6
LA DEIDAD DEL SEÑOR JESUCRISTO
El Señor Jesucristo es el eterno Hijo de Dios, el segundo miembro de la Trinidad, que pre-existió con el Padre y el Espíritu Santo. A través de la encarnación y nacimiento de la Virgen, Jesús tomó sobre sí la forma de hombre, lo que lo revela como Dios-Hombre. Jesucristo era sin pecado, perfecto, crucificado, sepultado, resucitado, ascendido, glorificado y de nuevo vendrá a la tierra por segunda vez. Él es el mediador perfecto entre Dios y el hombre, porque la persona de Cristo es totalmente divina y plenamente humana; de la misma sustancia con el Padre según la divini- dad, sin embargo, de la misma sustancia con nosotros según la humanidad. Perfecto en deidad, perfecto en la humanidad.
Colosenses 1:15-19; Filipenses 2:5-8; 1 Timoteo 2:5-6; Juan 1:1-3, 14-18
EL ESPÍRITU SANTO Y SU BAUTISMO
El Espíritu Santo es la tercera persona de la Trinidad. Él es co-igual, co-eterno y co-existente con el Padre y con el Hijo. Su ministerio en la tierra es el de convencer y convertir al hombre, así como ser el gran paracleto (consola- dor, consejero, ayudante, intercesor, abogado, fortalecedor) para la Iglesia. El bautismo del Espíritu Santo y fuego es un don de Dios prometido por el Señor Jesús a todos los creyentes y se recibe luego del nuevo nacimiento. La evidencia inicial de hablar en otras lenguas, así como otras manifestaciones descritas en Hechos 2, acompaña esta experiencia. Mientras que hay un bautismo inicial, hay muchas llenuras del Espíritu. El propósito del bautismo del Espíritu Santo es para que nosotros, los creyentes, podamos tener poder para ser testigos.
Mateo 3:11; Juan 14:16-17; Hechos 2
LA REDENCIÓN DEL HOMBRE
El hombre es un ser creado y se hizo en la imagen y semejanza de Dios (masculino y femenino). Pero, a través de la transgresión y caída de Adán, el pecado entró en el mundo y pasó a todos los hombres. Jesucristo, el Hijo de Dios, se manifestó para deshacer el trabajo del diablo y dio su vida y derramó su sangre para redimir y restaurar el hombre a Dios. La salvación es un don gratuito de Dios al hombre, separado de las obras y la Ley, y se hace operativa por gracia mediante la fe en Jesucristo, produciendo obras aceptables a Dios. Esta experiencia de la salvación se produce cuando una persona confiesa con su boca que Jesús es el Señor y cree en su corazón que Dios le levantó de entre los muertos.
Romanos 5:12-21; Romanos 10:9-10; Juan 3:16-17; 1 Juan 3:8 Deuteronomio 6:4; Isaías 48:16; Mateo 28:19; Efesios 4:4-6
    














































































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