Page 9 - Jesucristo, la primicia
P. 9
- Cuando yo abrazo su voluntad y no me aferro a mis deseos, probablemente el
Padre diga: te estás pareciendo a mi Hijo.
- Cuando decido perdonar, probablemente diga: te estás pareciendo a mi Hijo.
Él Padre ve a su Hijo en nosotros. Es como si nos dijera:
“Cómo no voy a amarte con todo lo que mi Hijo hizo por ti”; “cómo no amarte
sabiendo que honras, amas y respetas lo que hizo mi Hijo por ti”.
Él nos amó primero.
Cuando me esfuerzo por cambiar, por agradarle, probablemente diga: te estás
pareciendo a mi Hijo.
¿Cómo puedo peleando riñendo contra ese amor?
- Cuando le entrego el tiempo que Él merece, orando, en los altares familiares
de oración, probablemente diga: te estás pareciendo a mi Hijo. Todo se trata
de Él, del Mesías y Salvado Jesucristo.
- Cuando le sirvo (hemos entendido que no le sirvo solamente desde un púlpito),
probablemente diga: te estás pareciendo a mi Hijo.
No somos aceptos, ni agradables porque lo mereciéramos. TODO LO CONTRARIO.
Merecíamos el castigo, la muerte, la condenación eterna. Pero por el amor y la
misericordia de Dios, Él quiso que tuviésemos la oportunidad única para que, a
través de su Hijo, le agradáramos a Él.
LA FIESTA DE LAS PRIMICIAS TIENEN QUE VER CON LA RESURRECCIÓN DEL
MESÍAS.
Esta fiesta consta de tres partes:
- Escoger el mejor manojo de gavilla.
- El cortar la gavilla que va a ser la primicia.
- Y el presentarla ante el Padre.