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Fabio Jiménez, el nacimiento de un torero

n apenas un año la vida del todo por una meta: cumplir su
alfareño Fabio Jiménez sueño de ser torero.
ELópez, de tan sólo 15 años, Por ahora la trayectoria que lleva
ha dado un giro de 360 grados. Ha es imparable, fuera de lo normal
pasado de ser un chico más de su para un chico de su edad. Este vera-
edad que iba al instituto, salía con no va a torear en torno a 20 festejos
sus amigos o iba al cuarto, a vivir en en las provincias de Salamanca,
Salamanca, a más de 400 kilóme- Ávila y Segovia. El 13 de mayo mató
tros de su casa, en una residencia su primer novillo en una plaza de
universitaria, estudiando por la un pueblo salmantino, y el pasado
mañana 3º de ESO en nuevo cole- 26 de julio debutaba vestido de
gio y por las tardes en la escuela luces ante 9.500 personas en la
taurina, yendo a torear a tentaderos plaza de toros de Salamanca.
los fines de semana y todo el vera- Entre festejo y festejo, Fabio nos
no recorriendo las plazas de toros ha recibido en casa de sus padres
de los pueblos de Castilla y León. Y en Alfaro para concedernos su pri-
mera entrevista como torero.
¿Cuándo y cómo sentiste
la llamada del toro?
Nunca me lo había plantea-
do, pero hace poco más de
dos años mi padre, que es afi-
cionado práctico, me llevó a
un tentadero donde iba a
torear unas vacas con unos
compañeros y, no sé por qué,
me dio por salir. No lo tenía
pensado.
Al pasar la vaca por mi lado
sentí algo especial y me entró
ese gusanillo, y desde enton-
ces me enganchó.
¿Entendieron en casa tu
decisión?
No, al principio les costó
aceptarlo, incluso me dijeron
que no, pero cuando vieron
que estaba seguro de lo que
quería hacer se dieron cuenta
de que no había otra opción
que apoyarme.
¿Qué tal tu nueva vida por
Salamanca?
Muy dura, pero muy a gusto
porque he hecho amigos que
me han acogido súper bien.
Son muchas horas de dedi-
cación entre los estudios y las
clases prácticas de la escuela
taurina, con apenas tiempo
para nada. Todo el mes de
mayo, después de comer
estaba ocho horas toreando
en el campo desde las 4 de la
tarde hasta las 12 de la noche,
que volvía a la residencia y no
tenía ni cena. A las 7 de la
mañana me levantaba para

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