Page 90 - Café Manchado Rojo & Azul
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Café Manchado   AZUL & ROJO
             Mi nombre es María Fernanda Maz, tengo dieciséis años y estoy en
             noveno dos. Al realizar esta entrevista a un adulto mayor, tuve la
            experiencia de escuchar la triste historia que formo lo que ahora es
            nuestra Colombia, marcada con sangre y sufrimiento de millones de
           colombianos inocentes o participes de esta guerra. Logre transportarme
             a la realidad de hace ochenta años y comparar con la realidad de
                                       ahora.




                            ES CONVENIENTE AMAR
           Cuando era muy pequeño, a los 13 años me tocaba salir huyendo de mi
           casa al monte y esconderme por mucho tiempo, para no salir con un tiro
           en la cabeza por  ser conservador; así era mí día a día, durísimo para un
           niño de mi edad. Cansado ya de huir, decidí irme para la ciudad a buscar
           un trabajo, para por lo menos estar tranquilo y no vivir más la violencia
           que había en el monte, ignorante de que a cualquier lugar que fuera los
           cachiporras y los godos estaban en un enfrentamiento constante.

           En la ciudad mi sufrimiento fue aun peor; al haberme adoptado a ese
           lugar, tuve que casarme forzado con una señora liberal para que no
           matara a mi familia. Si alguien me pregunta cómo era, le diría que es
           alguien  repugnante,  de  alma  puerca  y  podrida;  me  arrepiento  de  no
           haberla matado con mis propias manos cuando tuve oportunidad, pues
           yo solo fui un peón en sus sucios juegos. Nunca sentí algo que no fuera
           asco  hacia ella, no había amor ni nada cercano a eso, ni siquiera un
           pequeñito apego hacia su cuerpo  a pesar de que tuve que soportarla por
           mucho tiempo; es que de solo acordarme me  asquea, cuando la besaba,
           cada vez que tenía que tocarla para complacerla. Todo lo que hice fue
           en vano, tanta mierda que tuve que comer no sirvió para nada, pues
           mataron a mi familia de un tiro en la cabeza a cada uno de ellos, sin
           piedad.

           Todo  hubiese  acabado  si  hubiera  puesto  una  granada  en  su  casa
           mientras ella dormía, tantas oportunidades que deje pasar, y por eso
           ahora no tengo familia. Mi existencia se vio ligada a una señora que ni
           siquiera merecía respirar.


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