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ANVERSO
No creo el verso, más bien lo destruyo
con el agua salada de mis ojos,
así es mi mundo y en él me instruyo
para soportar todos los abrojos.
De cada tristeza formo una espina
para invitar a los ángeles caídos
a que consuman la letal morfina.
Después, con sus corazones roídos
por el polvo que yace en la cantina
vuelven al cielo bastante alicaídos.
Que soy un maldito, eso bien lo intuyo
en la mirada de todos los gorgojos,
a ellos con lágrimas les retribuyo
por limpiar siempre mis despojos.
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