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el NOSTRE RACÓ
La velocidad Manuel Santos Aldana
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A menudo nuestra vida se compone de una sucesión de días que, sin que nos demos cuenta, nos transforman; y cambiamos a una velocidad tan lenta que ni siquiera somos conscientes de que el tiempo nos va convirtiendo en personas muy distintas a lo largo de nuestra vida. Seguramente que si viviéramos el hipotético caso de encontrarnos con el que fuimos hace 20 años, apenas nos reconoceríamos. Sin embargo, en algunas ocasiones, el azar o el destino nos presentan eventos que nos cambian la vida de una forma súbita e instantánea, a una veloci- dad que nos es imposible de asumir.
La monótona sucesión de días, semanas, meses... nos induce a pensar en el grave error de que no tenemos que preocuparnos por nuestro futuro inmediato, ya que no esperamos cam- bios significativos; como consecuencia de esto también tendemos a agravar y dar magnitud de tragedias a pequeños problemas cotidianos. Estos contratiempos y pequeñas batallas contra el Mundo y contra nosotros mismos, en la mayor parte de los casos, nos mantienen estresados y viviendo en un “sinvivir” continuo que no nos permite ser felices y van minando nuestra salud.
Y de repente un buen día surge la “velocidad”... instantánea como un disparo, como una caída al vacío, un terremoto, una explosión... De repente todo se nos derrumba, nuestra vida da la vuelta y el mundo se pone del revés; todo lo que pensabas, lo que dabas por seguro, lo que nunca creías que podría pasarte a ti, se convierte en tu realidad. Puedes llegar a perder cosas tan básicas que ni siquiera podías darles un valor.
Después de un periodo inicial en el que tienes que asumir tu situación y te repones del golpe, si es que puedes conseguirlo, es cuando empiezas a valorar la parte positiva de la situación que tienes y que ya no va a cambiar, porque el pasado es lo único inamovible de la vida. Es entonces cuando empiezas a sentir un profundo agradecimiento por todo lo que tienes y no el continuo sufrimiento por lo que no tienes; cuando te das cuenta que cada día es un regalo y estar vivo es el mayor bien que tenemos, que el futuro no existe y que el único sentido que tiene la vida es ser feliz y hacer felices a los que te quieren; cuando empiezas a valorar y a separar lo importante de lo que no lo es. La velocidad de los acontecimientos tiene el poder (¿Qué sería de la bala sin la velocidad?), de causarte un golpe que te puede hacer descarrilar o dar un giro en tu vida para sacarte de tu ensimismamiento y el individualismo, tan favorecido por la cultura actual. Te puede hacer más feliz y hasta mejor persona, o por lo menos intentarlo.
Por todo lo anterior, y en consecuencia, quiero expresar mi más profundo agradecimiento a todos cuantos hacéis posible esto que llamamos Tres Magnolias y que no se puede denominar como una residencia, porque es sin duda mucho más. Gracias a todos los trabajadores que cada día nos dáis algo que no se paga con un salario. También a los familiares que veláis no solo por vuestro familiar sino por cualquiera que os solicita ayuda y cariño; un sobre todo y muy en especial a mi ángel de la guarda, mi compañero, mi amigo, mi familia... Antonio Martínez.
Gracias a todos.
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any 2020
























































































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