Page 3 - Revista Comunicando al Mundo Noviembre 2017
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Editorial
arecía una broma del destino. 32 años después, la pesadilla se volvía
realidad con tan solo seis horas de diferencia. Un recuerdo tan dolo-
roso que reabrió la cicatriz que surgiera un jueves 19 de septiembre
CADA DÍA MÁS de 1985, a las 7:19 de la mañana.
FUERTES… Justo tres décadas después, un enésimo simulacro a las 11 AM para con-
memorar a los caídos en esa fecha y un día después, con la réplica del vi-
ernes 20 a las 7 de la noche, cuando apenas entendíamos que sucedía, aho-
ra las nuevas generaciones lo vieron con desgano (¡que aburrido, otra vez
a salir de la oficina a la calle! ¿Para qué sirve?), mientras otros, no perdían
oportunidad de registrar en sus redes sociales tan “divertida” práctica. La
obligatoriedad parecía quitarle seriedad al acto.
Pero el destino es sabio, caprichoso y nos da lecciones que siempre re-
cordaremos, pese a lo impactante que se manifieste. Ahora es martes, 19
de septiembre pero 32 años después, en 2017. Ahora es la 1:14 de la tarde
–casi seis horas de diferencia respecto del 85–, cuando un nuevo temblor
surgido del mismo corazón del país (la Placa de Cocos, en los límites de
Puebla y Morelos, apenas a 120 kilómetros de la Ciudad de México), re-
abrió la cicatriz y volvió a traer a la memoria colectiva el dolor vivido en
aquellos años; no obstante la tragedia, es evidente que con todo y que no
se le tomaba tan en serio los simulacros, han servido para aceptar el golpe
de la naturaleza y levantarnos con más organización, más fuerza y orden.
Ayer como ahora, la sociedad civil salió a ayudar a quienes cayeron bajo los
escombros en los edificios en la colonia Del Valle, en el Centro y en Tlalpan,
el doloroso caso de la escuela Enrique Rébsamen nos hizo vivir la tragedia
del edificio Nuevo León de 1985; ahora Cuernavaca, el Edomex y Puebla
también sufrieron estragos terribles y en Oaxaca, que apenas el 7 de sep-
tiembre previo vivió su propia tragedia con otro sismo, se agravaron los
daños. Pero también, nunca como ahora, los “millenials” usaron las redes
sociales no sólo para presumir su día a día, sino para organizar brigadas,
recolectar víveres y difundir avisos para que las fuerzas de socorro llegaran
con prontitud donde se les requería.
El último reporte decía 360 pérdidas, (219 en la CDMX; 74 en Morelos, 45
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en Puebla, 15 en Estado de México, 6 en Guerrero y 1 en Oaxaca); nada que
ver con lo de 1985 que los datos extraoficiales daban más de 10 mil. Aun
así, si hubiese sido una sola la víctima, la tragedia igual duele. Pero está
claro, México demostró que, a pesar del fastidio para algunos por los sim-
ulacros, hemos avanzado a pasos agigantados para atender eventos como
estos, impredecibles y que siempre faltará algo más por hacer. Pero ahora,
más que nunca nos sentimos orgullosos de decir que México, está de pie,
unido y listo para avanzar.
Ojalá no olvidemos que unidos somos más fuertes y no necesitamos que la
naturaleza nos lo recuerde. Que la solidaridad surgida en estos días, como
hace 32 años, no termine nunca y permanezca en el espíritu de todos. Que
sea…
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