Page 35 - Revista AonHealth No19 (Julio-Septiembre 2018)
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Parado en la bañera, aprenderás a ser un alquimista.
Y sin embargo, esto para ti será un lujo. ¿O acaso no te acuerdas de tu primera casa? La que no tenía baño. Esa casa en la que cada vez que tenías que hacer tus necesidades, ¡no te quedaba otra que caminar afuera e ir al pequeño cobertizo!
¿Me dejas contarte un secreto? Cuando ahora recuerdo aquella imagen, no me siento para nada mal. Por algún motivo, me llena de energía. Me da coraje. Es un lindo recuerdo.
No te preocupes por lo que tienes en la casa. Tienes que seguir viviendo tu vida al sol, Pelado.
Además, ¿cuál es el motivo de tener posters de fútbol pegados en la pared? Cada dos o tres años, cuando cambien de trabajo o tu familia no pueda pagar el alquiler, tendrás que mudarte a otro lado. ¿Pero sabes qué es lo mejor? Que en cada nueva casa, sin importar dónde esté ubicada, siempre tendrás un campito afuera. Y también habrá una pelota. No hay propietario en el mundo que te vaya a poder quitar eso, te lo garantizo.
Lo que más importa en tu vida en este momento, si mal no recuerdo, es el Gol del Helado.
El Gol del Helado es algo mágico. Necesito hablar con alguien del PSG sobre el Gol del Helado. Es genial. Es motivación pura. La
idea fue de los organizadores del campeonato juvenil de Salto. ¿Cómo se hace para tener motivados a un montón de guri- ses de seis años sin importar cómo vaya el partido?
Poniendo la regla de que el chico que haga el último gol del partido se lleva un helado.
El resultado podía estar 8-1, pero no importaba. Era una carrera contra el tiempo. Marcar el último gol del partido. Y la sensación al escuchar al técnico que hacía sonar el silbato para marcar el final, cuando habías metido el Gol del Helado... ¡increíble! Una alegría inmensa. ¿Será de chocolate? ¿Te van a dar uno de esos de Mickey Mouse? Sea el que sea, durante todo ese día, serás el rey.
Por supuesto que tú no eres un niño de la capital, Pelado. Los chicos de Montevideo viven en un mundo distinto. Un mundo que tú ni siquiera sabes que existe. Un mundo de botines Adidas, de viajes en auto y de pasto verde. En Salto, todo es diferente. Por algún motivo, todos quieren jugar descalzos. Algunos niños empiezan los partidos con calzado, pero después, en el medio tiempo, todos los botines están apilados en un costado y todos estarán corriendo descalzos. Si cierro los ojos ahora mismo, todavía puedo sentir el barro en la planta de los pies. Todavía puedo sentir a mi corazón latiendo, persiguiendo la pelota, soñando con el helado.
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