Page 15 - RESEÑAS-Por Celia

El negocio del diseño. Tampoco se conocen sus materiales o
En referencia a la idea de que cuesta ver el
diseño como un negocio o industria, pro-
pongo una desfachatez y es la preguntarle
a un necio (de este tema), que es el dise-
ño y para qué sirve. La respuesta va a ser
un esperpento de lo que pretendo yo aquí
argumentar.
Los objetos caen de los arboles. Hay una
sobre-cosificación en la sociedad, de la
cual no me excluyo, esto supone que
un objeto es algo per sé y quién lo com-
pra, hablando muy en general ya que hay
excepciones, no sabe que piezas tiene ni
cómo funciona, ni los materiales, ni mucho
menos el proceso de fabricación, llevando
esto a ver un móvil como un objeto simple
(preguntas a alguien como funciona y te
dice “pó.. un chip,y la pantalla y también tie-
ne la batería y acho pos asin”), punto; todo
muy vago.
Pongo de ejemplo: un bolígrafo, que a casi
nadie se le ocurre pensar que será relati-
vamente difícil inventarlo cuando antes de
este estaba la pluma, fue necesario pen-
sarlo, sin embargo se ve como algo muy
mundano y terrenal. Ese objeto al parecer
no está diseñado.
A mí me ha pasado de no haber sido capaz
proceso de montaje y esto lleva a que no
se piensa que hay personas en la fábrica
de Bic, si no haciendo algún paso a mano
como mínimo supervisando la maquinaria.
Llega a resultar para la masa algo tan
común que no se le da importancia, es
algo natural, como que aparece por ciencia
infusa. Cuando algo no lo conoces no lo
puedes valorar, por este motivo entre otros
no se valora el diseño como se debería.
A esto hay que sumar las marcas, las fuer-
tes en el mercado. Llegan casi a la reifica-
ción, y pagar más por un Pilot parece
normal, “es Pilot, son los buenos, es normal
que cueste más caro” se ve otra vez como
algo de por sí, que no son personas traba-
jando en ello, dándole tiempo y esfuerzo.
No digo ni mucho menos que deban costar
más o menos, lo que intento expresar es
que no se suele establecer un juicio de
valor sobre por qué, se acepta como por
defecto, de serie, sin más.
Gracias a esta actitud a un diseñador le
cuesta explicar que hace, porque lo hace,
como se hace... demasiada información
de golpe.
de explicar que un vaso hay que diseñarlo,
que en un momento de la historia eso se
inventó y se tiene que fabricar.
Curiosamente para mí esto es definición del
buen diseño. Como la salud, que no sabes
lo que es hasta que no está.
En ciertos ámbitos estaría bien más cultura
del diseño, que se supiera cómo se hacen
las cosas, de que vienen... para apreciarlas
y respetarlas meramente.
Pero soy consciente de que hay otros entor-
nos donde no conviene nada, en absoluto.
No me imagino a un tipo diciendo: ¡Ho,
cuanto me suscita ese anuncio, como me
sugiere el modelo que han escogido para la
promoción, que maravilla, pero que bien me
han convencido! ¡Ahora mismo me compro
ese bote de colonia sin mirar a que huele,
si lo quiero para parecerme al del cartel!
Ya para rematar está “la situación del fácil”,
esa por la cual todo aquello que está tre-
mendamente bien hecho da la sensación
de que no ha costado esfuerzo, que el tipo
lo que tiene es un don o algo aun peor, que
no es para tanto.