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a pescas sumamente
generosas apenas se
construyó la represa.
Literalmente durante
prácti camente 15 años,
los dorados desapare-
cieron de los ríos Uru-
guay y Negro como por
arte de magia dando
lugar, como decíamos,
a incursionar en los
pesqueros del Paraná;
desde La Paz hasta los
situados en el norte,
como Itatí e Itaibaté,
donde aún conserva-
mos grandes amigos.
Finalmente, allá por
los primeros años del
nuevo siglo, sobre el
2002/2003, logramos
pescar nuestros prime-
ros dorados de 20 kilos
en Salto, como si se
tratara de una suerte de
bienvenida de la es-
pecie a los pescadores
uruguayos y argenti nos.
En efecto, aquellas ex-
cursiones personales o
promovidas por las casa
de pesca de la época
en las que teníamos
que andar un prome-
dio de mil kilómetros,
hasta los encumbrados
pesqueros del Paraná,
que nos demandaban
PESCA & TURISMO ׀ REVISTA Nº 222, Septiembre 2019 ׀ 22 ׀