Page 197 - CONFLICTO DEL ATLANTICO SUR E ISLAS MALVINAS
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“MIS VIVENCIAS EN EL CONFLICTO DEL ATLANTICO SUR E ISLAS MALVINAS 1982”
                  salpicaban los parabrisas y formaban pequeñas manchas
                  de sal en ellos.
                  Los  requerimientos  de  silencio  absoluto  de  radio  y
                  disciplina se cumplían estrictamente.
                  Francisco miró su carta, que llevaba doblada en la rodilla
                  derecha:  según  los  cálculos  y  la  información  recibida  el
                  portaaviones se encontraba a más o menos a 300 km. de
                  distancia.
                  Mientras tanto, los nubarrones y precipitaciones aisladas
                  eran, por momentos de tanta intensidad que hasta podían
                  aparecer en la pantalla del radar.
                  Y así ocurrió. Cuando los dos Súper Etendard ascendieron
                  para emitir con los radares, vieron muchos ecos dispersos.
                  De  inmediato  descendieron  y  continuaron  con  el  vuelo
                  rasante.
                  Una milla más adelante treparon nuevamente y emitieron.
                  Collavino  acercó  su mirada  a  la  pantalla,  para distinguir
                  mejor:  tenía  un  eco  aparentemente  verdadero.  En  ese
                  instante, escuchó en su auricular la voz de Francisco:
                  - ¡Lo tengo, lo tengo enganchado!
                  Collavino  también  detectó  el  mismo  eco  y  exclamó,
                  entusiasmado:  -  ¡Yo  también  lo  tengo  enganchado!  -
                  ¡Veinte millas al frente! ¡En la proa!
                  ¡Lanzo misil! - dijo Francisco, y apretó el botón de disparo.
                  El avión de Francisco se sacudió.
                  Collavino y los pilotos de los Skyhawk observaron como el
                  misil se desprendía del Súper Etendard, cayó dos o tres
                  metros y cuando parecía que iba a chocar contra el agua,
                  encendió su motor y comenzó a volar, ya estabilizado, a
                  ras del agua, dejando una estela de humo blanco producto
                  de los gases de combustión.
                  Una vez más, el misil había sido lanzado en excelentes
                  condiciones  de  tiro  y  una  distancia  que  aseguraba  el
                  impacto  en  un  blanco  perfectamente  destacado  por  los
                  sistemas de los Súper Etendard.
                  De  inmediato,  los  dos  aviones  navales  viraron  a  la
                  izquierda y se alejaron para regresar a la base. Lanzado a
                  unas 24 millas náuticas del blanco, el exocet demoraría

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