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En El Patio...
Los estudios sobre la base de diferencias sexuales, producto de la biología, marcan dos nor-
mas separadas de comportamiento entre mujeres y hombres (Annas, en Nussbaum y Sen,
eds., 1993) y omiten el enfrentamiento de falsas dicotomías: mujer-hombre, sexo-género, ob-
viando así la recuperación de la riqueza conceptual, el rescate de la trama vital.
En términos más amplios, el estudio de la Política Social y otras políticas pasa por una
re/significación de los roles “femeninos” y “masculinos” tradicionalmente asignados a mujeres y
a hombres. El sistema patriarcal polariza tales roles desde una visión de poder de
subordinación y supeditación de la mujer con respecto al hombre, que la socialización se encar-
ga de recrear y trasmitir de generación en generación mediante la asimilación de patrones de
comportamientos distintos. Así, la sociedad desde sus diferentes engranajes culturales va
creando un “guion” que dice a las personas como “conducirse” en función de su condición
biológica, y en forma dicotómica privilegia sus actuaciones y comportamientos como si fueran
culturalmente inmutables.
Hace falta profunfizar en las mejoras en la recopilación de las estadísticas nacionales, en la formulación y y aplicación de indicadores y en el diseño de las cuentas nacionales. De igual modo, en la distribución y usos del espacio público (¿por qué los baños en los lugares públicos se equiparan en cantidades similares para mujeres y hombres?).
Una nueva sociedad gilánica o solidaria (Eisler, 1997/1987) ha de surgir de las cenizas del patriarcado (como también del matriarcado), superando “feminismos” y “masculinidades”, para dirigir la mirada hacia una persona integral y a su realización humana y cósmica centrada en la experiencia vital, con independencia de si nace o se hace mujer u hombre, con el amor como fenómeno biológico relacional (Maturana y Verden-Zoller, 2007) y “modo-de ser-esencial” (Boff, 2002/1999), donde la lucha entre opuestos (hombre-mujer) (Butler, 2007/1990) sea reemplazada por la asociación, basada en el diá/logo para la redefinición de las claves simbólicas del lenguaje (que hoy en día algunos sectores de la RAE quieren poner en retroceso y están creando confusión).
De cara a la re/significación de la Política Social y otras políticas hace falta una mayor y me- jor articulación de la Perspectiva de Género con la Epistemología de la Complejidad y de ésta con la Perspectiva de Género.
Una re/lectura epistemológica supone inscribirse en una visión integradora, holística y com- pleja, ampliar la mirada, para asumir la Perspectiva de Género más allá de una mera categoría (Lugones, 2008), superando la concepción dualista y la lógica binaria y jerárquica en que se apoyan las relaciones entre los seres humanos (Novo, 2007); pero, sobre todo y ante todo la reconstrucción de las relaciones de poder, que alude tanto a mujeres como a hombres.
... rastrear las dimensiones heteropatriarcales de la noción hegemónica de vida que merece ser sostenida.
Amaia Pérez
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