Page 123 - Biografía de un par de espectros: Una novela fantasma
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ahora sólo los inspiro a ellos. Además pagan muy bien.
—No sabía que las musas cobraran —afirmé algo preocupado.
—El neoliberalismo, ya sabes, en estos tiempos hay que estar al loro.³
La noticia me cayó muy mal, porque si yo me había atrevido a molestar a Erato
era precisamente para pedirle que me facilitara un poquito de inspiración para
escribir el dichoso libro, y creí que mi prima podía apoyarme con un soplo, que
es la manera como se transmite la inspiración. Lo malo era que yo no tenía
forma de pagar aquel servicio.
—Y yo que acudí a ti buscando ayuda —dije lamentando mi suerte.
—Lástima, primo. Está escrito en mi contrato, no puedo inspirar a nadie más.
—¿Ni siquiera un soplido pequeñito?
—No.
—¿Un leve vientecillo que me traiga una idea lejana?
—No.
—¿Y si el día de tu cumpleaños te llevo un pastel y cuando les soples a las
velitas me cruzo distraído, como si nada?
—De ningún modo. Faltan trescientos sesenta y cuatro días para mi cumpleaños,
y además las letras pequeñas de mi contrato cubren todas esas eventualidades.
Los escritores españoles son muy quisquillosos.
En ese instante empecé a experimentar un doble sufrimiento, en primera
instancia porque sin ayuda de la musa no podía encontrar la forma de escribir mi
libro, y en segunda, al imaginar el recibo de bola de cristal que tendría que pagar
a fin de mes. Una larga distancia a Macedonia sale carísima.
—Debes ayudarme, Erato. No se me ocurre nada —dije antes de dar un largo
suspiro.
—Ésa, macho, es precisamente la frase que más he escuchado en mi vida. Las