Page 82 - La niña del vestido antiguo y otras historias pavorosas
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IX


               El grito cruzó la frontera entre el sueño y la realidad, e hizo que su papá entrara
               intempestivamente en el cuarto de Bruno, asustado. El muchacho temblaba como
               un pájaro desplumado. El sudor empapaba su frente.


               —¿Oíste algo? —le preguntó.


               —No.


               El silencio se hizo entre ambos, y sobre ese silencio dócil se deslizó el sonido de
               una sirena a lo lejos.


               —Es una ambulancia —dijo su papá, como si esa información devolviera la
               tranquilidad. La sirena sonaba como un lamento humano que se iba perdiendo en
               la profundidad de la noche.


               Ya solo, Bruno sacó el casquillo y le pareció que pesaba un poco más. Se quedó
               observándolo en medio de la oscuridad.






                                                             X


               Desde el lunes hasta el miércoles Bruno logró mantener oculto el hallazgo. Evitó
               hablar con Sergio, quien quería encontrarse a solas con su amigo para
               preguntarle qué había ocurrido la tarde que jugaron futbol. Bruno aguardaba su
               turno frente a la tienda escolar cuando vio a Gonzalo metiéndose adelante.
               Entonces legritó:


               —¡Fórmate!


               —Que se formen los mensos —respondió el gorila.


               El profesor Héctor zanjó el conflicto exigiendo al abusivo ponerse hasta atrás de
               la fila. De mala gana se quitó, pero no hizo caso. Le lanzó a Bruno una mirada
               capaz de convertirlo en polvo. Y al pasar a su lado le susurró:


               —Te voy a levantar, güey.
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