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pues pasó de ser muy bella
a estar ya fea y ajada.
Ordoño reaparece a su espalda, la toca, ella da un grito y se
vuelve. Él da otro grito. Parece que él se va a horrorizar, pero
enseguida le habla tiernamente a ella
ORDOÑO
¡Anda, coño, si es el hada!
REINA
No… no. Usé todo mi poder
en volver a ser mujer
para servirte mejor.
ORDOÑO
Sí, mi amor.
El tormento venturoso
que notas en tu regazo,
también su abrazo del oso
ha dado a este soldado
REINA
¿De verdad…
no te importa mi fealdad?
ORDOÑO
Podrá tu belleza
esconderse a la edad.
Pero, ante mi amor,
no se esconderá.
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