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Ordoño y Baudolino, cortados por oír hablar de la reina como
“ésta” en su presencia, se apresuran a hacerle a ella sendas
reverencias
Era cimbreña y trigueña.
Pensé: me caso, la preño
y a ver si me da un pequeño,
hermano de mi pequeña.
Caballero y Baudolino van barbilla en pecho mirando al suelo
¡Fantasías ilusorias!
Ves dos senos suculentos
y hasta en el mundo de cuentos
te da por montarte historias
Caballero y Baudolino, al unísono, vuelven el rostro al público
para hacer patente su desconcierto. Rey prosigue
Mucho me avisaban.
Pero la hice mía
sin tenerlo en cuenta.
¿Sabéis cómo la llamaban?
¡La llamaban Cenicienta!
¡Ya veis de dónde salía!
¡Ce-ni-cien-ta!
… Aprendemos con la edad…
Mas fijaos y pasmaos:
aunque su esterilidad
cedió luego a la amargura,
su opulencia, su hermosura,
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