Page 28 - ¿Y si quedamos como amigos?
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             —Está bien. Pero mi mamá insiste en llevar algo. Y si le digo que no necesitas nada,
          se enojará conmigo.
             —No quiero que traiga nada. Los invité a cenar para darles las gracias por todo y
          para celebrar que la escuela empieza la semana que viene.

             —Eres la única persona del mundo que se alegra de regresar a la escuela. Con lo
          bien que la hemos pasado este verano.
             El verano había sido increíble, claro que sí, pero de todas formas estaba ansiosa por
          sumirme en la rutina del curso escolar.

             Aún necesitaba distraerme.

          Sabía que mi papá sólo quería ayudar, pero yo lo tenía todo pensado al detalle. Aquel
          verano,  había  asistido  a  clases  de  cocina  en  el YMCA y cada vez se me daba mejor.

          Estaba preparando una ensalada mientras la lasaña se cocía en el horno.
             —¿Seguro que no necesitas nada? —me preguntó por enésima vez.
             —En serio, papá, lo tengo todo controlado. Por favor, haz algo, lo que sea. Vete a
          ver la tele con Adam.

             Soltó una risita tonta.
             —Hablas igual que tu mamá.
             Era la primera vez que la mencionaba sin ponerse triste. Se estaba riendo. Se reía de
          mí, claro, pero no era el momento de enojarse. Tenía que tostar el pan de ajo.

             Por suerte, el timbre de la puerta me rescató. Mi papá se marchó a recibir a Levi y a
          sus padres. Oí las voces a lo lejos.
             —Huele  de  maravilla  —dijo  la  señora  Rodgers  cuando  pasó  por  la  cocina  para
          saludarme—. No quiero molestarte; sólo quería decirte que noté un aroma delicioso al

          entrar.
             Mi papá apareció a continuación con una botella de vino en la mano, seguramente
          obsequio de los padres de Levi. Luego vi a mi amigo y apenas lo reconocí con su nuevo
          corte de pelo. Tardé un momento en darme cuenta de que sostenía un ramo de flores. Su

          padre entró tras él y lo apremió con un gesto.
             —Oh, sí —dijo Levi cayendo en la cuenta—. Ejem, para la chef.
             Me tendió las flores algo ruborizado.
             —¡Gracias! —las agarré a toda prisa.

             El padre de Levi le guiñó el ojo a su esposa antes de abrazarme. Era todo un honor
          que el doctor Rodgers hubiera venido. Trabajaba hasta tan tarde que casi nunca llegaba
          a tiempo para la cena, ni siquiera en su propia casa.
             Los eché a todos de la cocina para poder terminar. Se me escapó una sonrisa cuando

          los oí platicar y reír en la sala. Me encantaba que la alegría volviera a reinar en mi
          hogar. De vez en cuando oía gemir a Adam y supuse que Levi estaba provocando a los


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