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LAS ANOMALÍAS DE MERCURIO
                                              Un ejemplo ya clásico en la historia de la ciencia es el de las anomalías detec-
                                            tadas en el perihelio de Mercurio (el perihelio es el punto de la elipse orbital en que
                                            el planeta se encuentra más cerca del Sol). Durante largo tiempo los científicos
                                            advirtieron que la trayectoria del planeta Mercurio no coincidía con la esperada de
                                            acuerdo a las leyes newtonianas. Efectivamente, en base a las relaciones que se
                                            calculaban entre masas y distancias, era posible predecir el punto en que debía
                                            encontrarse Mercurio si la teoría y los cálculos eran los adecuados. Sin embargo,
                                            el planeta no aparecía allí donde se lo esperaba, sino algo desplazado.
                                              Si las cosas hubieran sido como lo preveía el método hipotético deductivo,
                                            la ciencia física debió haber abandonado la mecánica de Newton al advertir esta
           Fuera de órbita. El recorrido de   situación que contradecía sus presunciones.
           Mercurio alrededor del Sol contradice los
           postulados de la física de Newton.  Pero eso no ocurrió.
                                              Lo primero que hicieron los investigadores fue pensar que “debía de haber
                                            otro cuerpo celeste cuya presencia no se habría constatado, pero cuya masa era
                                            la causante de la desviación de la órbita de Mercurio”.
                                              Esa presunción constituye una “hipótesis auxiliar” que viene a poner a salvo el
                                            núcleo central o núcleo duro de la teoría física clásica.
                                              La supuesta masa distorsionante nunca fue encontrada. Tampoco se pudie-
                                            ron demostrar fallas en las mediciones, ni en los instrumentos de observación (ya
                                            que funcionaron bien para medir y estimar otros fenómenos astronómicos).
                                              Lo que efectivamente ocurrió fue que la comunidad científica convivió con esa
                                            “anomalía” durante muchos años, sin considerarla una “experiencia crucial” (que
                                            como tal obligaría a rechazar los principios de base de la teoría newtoniana). Y
                                            esto, a pesar de los dictámentes del método hipotético deductivo.
                                              Lo que ocurre es que frente a toda experiencia falsadora es posible postular
                                            un sinnúmero de circunstancias que distorsionan o alteran las condiciones ex-
                                            perimentales: en este caso que no se disponía de la tecnología adecuada para
                                            identificar el objeto; que la masa que se busca permanece oculta por alguna razón
                                            aún no conocida, que las condiciones de la atmósfera y la temperatura cercana al
                                            Sol distorsionan las mediciones, etc., etc., etc.
                                              Debió pasar mucho tiempo antes de que las anomalías de las órbitas de Mer-
                                            curio fueran tomadas como falsadoras de la física clásica, y cuando ello ocurrió
                                            fue debido a que la teoría de la relatividad –que sucedió a la física de Newton– fue
                                            capaz de explicar no sólo esa anomalía sino además todo el contenido no refuta-
                                            do de la teoría de Newton. Dicho de otro modo, la nueva física no sólo explicó lo
                                            que la teoría de Newton no explicaba sino también lo explicado por aquélla.
                                              Moraleja de esta historia: nadie deja una teoría si no tiene otra mejor, aún
                                            cuando alguna experiencia pueda llegar a ponerla en aprietos.










                                                  El destino de la investigación está trazado en sus hipótesis              57
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