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Las discrepancias públicas de varios catedráticos con el Decreto, que dejaba a la vista la ambición de la
            administración  de  influir  en  la  enseñanza  universitaria,  provocó  que  el  gobierno  optará  por:  abrirles
            expediente, suspenderlos en sus funciones o confinarlos en puntos dispersos de España, a fin de cuentas,
            censurarlos.  Lo que  diversos historiadores han señalado como un serio obstáculo  para  la modernización
            pedagógica y científica en España.

            El precario sistema educativo generado y los tambaleos ideológicos constantes, ocasionarán la necesidad
            de una alternativa basada en el krausismo que aportase algo de luz. Es así como nace la Institución Libre
            de Enseñanza (ILE).

            La ILE tiene su origen en la decepción de la enseñanza pública que sufrieron estos profesores, que acuden,
            tal  y  como  ya  se  ha  comentado,  a  la  enseñanza  privada  como  camino  para  transitar  en  libertad.  Esta
            asociación  privada  fue  creada  en  Madrid  en  1876  bajo  la  dirección  de  Francisco  Giner  de  los  Ríos,
            definiéndose  en  sus  estatutos  como  “entidad  consagrada  al  cultivo  y  propagación  de  la  ciencia  en  sus
            diversos órdenes”.

            Planteada  en  sus  inicios  como  centro  universitario,  la  Institución  amplió  luego  su  alcance  a  etapas
            educativas previas; de hecho, uno de sus postulados pedagógicos es el de la escuela unificada, es decir, un
            centro sin separación entre primaria y secundaria, con unificación de métodos de trabajo en ambos periodos
            y con la unidad del profesorado, despreciando así el artificio de la jerarquía académica.

            De  otro  lado,  dado  su  carácter  de  asociación  privada,  Giner  rechaza  que  el  Estado  monopolice  la
            organización  de  la  enseñanza;  admite  cierta  centralización  para  coordinar  el  sistema,  pero  subraya  la
            importancia  de  la  autonomía  de  las  instituciones.  Además,  la  institución  se  declara  ajena  a  todo  interés
            religioso, ideología o partido político, proclamando el derecho a la libertad de cátedra, la inviolabilidad de la
            ciencia y el respeto a la conciencia individual, tal y como podemos apreciar en el art. 15 de sus Estatutos,
            donde se dice que:
            “La Institución libre de Enseñanza es completamente ajena a todo espíritu e interés de comunión religiosa,
            escuela  filosófica  o  partido  político;  proclamando  tan  sólo  el  principio  de  la  libertad  e  inviolabilidad  de  la
            ciencia,  y  de  la  consiguiente  independencia  de  su  indagación  y  exposición  respecto  de  cualquiera  otra
            autoridad que la de la propia conciencia del Profesor, único responsable de sus doctrinas” (Estatutos de la
            Institución Libre de Enseñanza, 1876).

            En cuanto a su metodología, uno de los principios básicos de la ILE era el método intuitivo, de manera que
            el profesor en vez de imponer su autoridad, buscaba la verdad en compañía de sus alumnos, planteando las
            clases como espacios de conversación donde cualquier argumento tenía cabida.
            Además, la coeducación también era norma en la Institución. Igual que la vida social la compartían hombres
            y mujeres, la escuela no tenía por qué ser una excepción.  La formación de la mujer, a la que históricamente
            se le había restado importancia, pasa ahora a ocupar la posición que le corresponde, en aras a conseguir
            una igualdad efectiva.

            En  resumen,  la  neutralidad  en  las  opciones  de  pensamiento  y  la  defensa  de  la  libertad  individual  del
            maestro como mejor método para la búsqueda y la divulgación de la verdad, orientaron la ILE hacia una
            importante tarea de renovación cultural y pedagógica sin precedentes en los siglos XIX y XX en España,
            dando pie a individuos nuevos e íntegros, abiertos a todos los ámbitos del saber.

            Así pues, sus ideales cristalizaron en otras instituciones como: el Museo Pedagógico Nacional (1882), la
            Junta para la Ampliación de Estudios (1907), la Escuela Superior de Magisterio (1909), la Residencia de
            Estudiantes  (1910),  el  Centro  de  Estudios  Históricos  (1910),  la  Fundación  Giner  de  los  Ríos  (1915),  el
            Instituto-Escuela (1918) y las Misiones Pedagógicas (1931).

            Mención aparte merece el Boletín de la Institución Libre de Enseñanza, que comenzó a publicarse cuatro
            meses después de la creación de la Institución. Además de informar sobre la marcha del centro, el Boletín
            se convirtió en una publicación singular, cosmopolita y multidisciplinar, que introdujo en España las ideas
            científicas  y  pedagógicas  entonces  en  auge  en  Europa  y  donde  participaban  filósofos  y  escritores  como
            María Montessori, John Dewey, Bertrand Russell, Charles Darwin, entre otros.

            Por  tanto,  es  importante  destacar  que  la  educación  nueva  promovida  por  la  ILE  se  enmarca  en  un
            movimiento de renovación educativa que tiene lugar en Europa y en América en las últimas décadas del
            siglo  XIX  y  primeros  del  XX,  de  manera  que  no  constituye  un  cuerpo  de  doctrina  cerrado,  sino  que
            representa  toda  una  conjunción  de  movimientos  encaminados  a  perfeccionar  la  educación  de  la  época.
            Entre  esos  movimientos  podemos mencionar  las  escuelas  de  Montessori,  Decroly,  Claparède,  Ferrière  o



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