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                 Virus de la hepatitis B y HBSAG
• Este análisis se vuelve a efectuar en el tercer trimestre, entre las semanas 33 y 37, puesto que el riesgo de transmisión, muy bajo en los dos primeros trimestres, aumenta hasta el 70% si la hepatitis se presenta en
el período final del embarazo. Si la mujer es positiva (portadora sin síntomas), el niño recibirá las inmunoglobulinas específicas nada más nacer, con el fin de evitar que contraiga la enfermedad. Después, podrá alimentarse al pecho sin problemas.
Virus de la hepatitis C (VHC)
• Se trata del análisis específico para comprobar si la mamá tiene anticuerpos contra el virus
de la hepatitis C. En caso positivo, se debería efectuar también la dosificación del genoma del virus (VHC RNA), para ver si, además de los anticuerpos, el virus está activo. En este caso, no cambia nada respecto a la modalidad
de parto, pero será necesario valorar si es oportuno suspender la lactancia materna.
Cultivo vaginal y rectal
• Se suele realizar entre las semanas 35-37, con el fin de detectar la presencia del Streptococcus agalactiae (también conocido como estreptococo del grupo B),
una bacteria que puede habitar en la vagina y en el recto sin que la embarazada manifieste ningún síntoma.
Si el resultado es positivo, a la futura mamá se le deberán administrar antibióticos durante el parto, con el fin de prevenir que la infección pase al feto durante su paso
por el canal del parto.
Pruebas de coagulación
• Sirven para controlar que la sangre de la futura
mamá coagula con normalidad. Se trata de una prueba imprescindible, ya que permite predecir un posible riesgo de hemorragia durante el parto y confirmar si se puede utilizar la anestesia epidural.
Controles cardiotocográficos
• A partir de la semana 37, se suelen prescribir controles cardiotocográficos (también se conoce como monitorización fetal o “correas” ), que sirven para controlar la frecuencia cardíaca del feto y la presencia de contracciones uterinas. Constituyen un estupendo indicador del bienestar fetal y permiten saber si el parto es más o menos inminente.
 Las tres ecografías indispensables
Paralelamente a las visitas médicas y a los exámenes complementarios, a la futura mamá se le realizan, al menos,
tres ecografías.
• La primera ecografía tiene lugar alrededor de las 12 semanas. Sirve para establecer el momento de la concepción con mayor precisión, así como para comprobar que el pequeño está implantado en el útero y para ver si sólo hay un feto o si la gestación es múltiple. Asimismo, se efectúa la medición de la traslucencia nucal
y el screening para detectar la posible presencia de anomalías cromosómicas.
• El segundo control se efectúa entre las semanas 19 y 23. Se trata de la ecografía morfológica, y es la más importante. Con este examen, se comprueba la presencia de posibles malformaciones, se valora el crecimiento del pequeño y el desarrollo de sus órganos. • En la tercera ecografía (alrededor de las 30 semanas), además
de comprobar los parámetros de crecimiento y la posición del feto, se observa la anatomía de la placenta y su posición de cara al parto.
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