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Instituto de Investigaciones en Ciencia Política IINCIP 2004 - 2017
La gente y su realidad
El Municipio de Sorata tiene alrededor de 20 mil habitantes distribuidos
en once cantones y 160 comunidades, la tasa promedio de vida es 55
años y el analfabetismo de personas mayores de 15 años es del 73
por ciento, según datos oficiales recogidos del Censo de 2001 y sus
proyecciones al 2007.
Sorata está al pie del majestuoso Illampu. Un monte nevado que
parece un abuelo protegiendo con los brazos abiertos a una población
construida en declive a una altura de 2.600 metros sobre el nivel del
mar. Desde la plaza uno emplaza su mirada a un pico que parece
de cristal cuando el sol funde sus rayos rompiendo bancos de niebla
como reflectores potentes para iluminar el monte que parece venir
encima de uno con toda su majestuosidad.
La gente es diversa. Es una rara simbiosis de orígenes aimaras,
quechuas y tal vez alguna etnia, además de los rostros occidentales
que construyeron esa ciudad en los cánones arquitectónicos de la
colonia, con una plaza pública rodeado a cada lado por la autoridad
política, la jurídica, la policía y la iglesia.
Las actividades predominantes son la agricultura, la explotación
del oro y un turismo permanente, particularmente de europeos que
aprovechan la potencialidad climática y sus encantos en una población
con suficiente capacidad hotelera y servicios de comunicación. Un
militar retirado nacido en Sorata, dijo que en los buenos tiempos, los
auríferos ofrecían gramos de oro en las celebraciones de carnaval
y otros fiestas. Arrojaban al público, particularmente ante grupos de
niños y jóvenes, para verlos en competencia de quién tenía la suerte
de tomar el mayor número de pepas del metal precioso.
Hasta hace pocos años la costumbre fue el intercambio de mercancías
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