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ALEJAN ORO MAGNO,-U6
I
grandes clamores de trompetas y alaridos, al
tiempo que la ca~llería se acercaba a la ori-
lla, iba, venía y maniobraba, como si se pre-
parara a efectuar el paso. Poro, alarmadísi-
mo, se preparaba a resistir el ataque, reunía
sus tropas, se dirigía al punto por donde creía
que los otros iban a llegar. ,Y sucedía ... que
no sucedía nada. Esto se repiti6 tantas, tan-
tas veces, que Poro se acostumbró a ello, y
aca hó por no hacer caso p.i del clamor de los
clarines, ni .de las maniobras de la caballería.
En tantot preparando· cautelosamente el
verdadero a~aque., Alejandro hacía frecuentes
reconocimi,entos en el río, donde hall6 al fin
lo que necesitaba para cumplir sus planes;.
una isla solitaria, cubierta de vegetaci6n, y,
por una súbita desviaci6n del río, casi oculta
a las miradas d~ enemigo.
Al fin fijó Alejandro el día en que debía
atacar a Poro. Con gran· ostentación empezó
a hacer los preparativos en el real de su cam-
pamento, esperando, con ello, llamar la aten-
ción de los enemigos hacia aquel punto. Co-
locó tropas escalonadas entre el campamento ·
y la isla; con la orden de que fuesen acudien-
do a medida: que la bat~lla .se hicie~ _pi{ts re-