Page 39 - Loor de Nuestra Señora
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Oh tierra casi humana cuando, en la soledad,
Los cielos y la tierra comparten tu ansiedad:
Y en sus cumbres lo íntimo se torna eternidad
Y en el valle lo eterno se vuelve intimidad.
Desde la lejanía que la nostalgia alcanza:
Bendita seas, tierra - te dice mi alabanza -;
Bendita en Fray Mamerto, tierra de la templanza,
Tierra mitad recuerdo y mitad esperanza.
Bendita seas, tierra, por tu mayor favor,
En las honradas manos de cada labrador;
Bendita en el milagro del fruto y de la flor
Por el que tú repites la voz del Creador.
Bendita en tu callada y antigua sencillez;
Y en tu humildad de vida, tan llena de honradez;
Y en tu hospitalidad y en tu desinterés,
Oh hidalga tierra mía, pobre y noble a la vez.
Bendita en esa paz que es el supremo bien
De tu ciudad, gemela de la antigua Bethlehem;
Y en la paz de tus campos evangélicos y en
La de los que en tu seno ya reposan su sien.
Y bendita en tu sol, de claridad fecunda;
Y en la montaña pétrea que tu ciudad circunda;
Pues de esa luz tiene algo la fe que nos inunda
Y que es, como tu roca de firme y de profunda.
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