Page 58 - Loor de Nuestra Señora
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Sabrás que por humilde del Cielo fui llamada,
Que nunca de riquezas me tuve por pagada;
De no, no me dijeran la Bienaventurada
Madre de la Pobreza, fortuna bien ganada.
Por cuanto diste crédito a tu intención ladina
Y a mi Señor desplugo tu frase tan mezquina:
Perdiste, desdichado, la voluntad divina,
Perdiste mi ganada piedad y medicina.
Así le habría hablado, o en tono parecido,
Pues ello explicaría lo luego sucedido.
Estaba el caballero más bien entredormido;
Del sueño mucho bueno tenemos aprendido.
Con las palabras dichas, según mi conjetura,
Debió desvanecerse la celestial figura;
Lo que pasó más tarde ya tiene su escritura,
La tradición lo cuenta, por más añadidura.
Diz que despertó el hombre, por el amanecer,
Sintiendo que sus nervios volvíanse a encoger;
Que el mal que padeciera volvía a padecer,
Que se quedaba gafo como supiera ser.
Sintió de la parálisis la misma flojedad:
Como si se le helara toda la voluntad;
De nuevo los dolores, y con mayor crueldad,
Parecían cebarse de su inmovilidad.
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