Page 24 - El Retorno del Rey
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pequeño.  Pero  me  preocupan  todas  las  cosas  de  valor  que  hoy  peligran  en  el
      mundo. Y yo por mi parte, no fracasaré del todo en mi trabajo, aunque Gondor
      perezca, si algo aconteciera en esta noche que aún pueda crecer en belleza y dar
      otra  vez  flores  y  frutos  en  los  tiempos  por  venir.  Pues  también  yo  soy  un
      senescal. ¿No lo sabías?
        Y  con  estas  palabras  dio  media  vuelta  y  salió  del  salón  a  grandes  pasos,
      mientras Pippin corría detrás.
        Gandalf no miró a Pippin mientras se marchaban, ni le dijo una sola palabra.
      El guía que esperaba a las puertas del palacio los condujo a través del Patio del
      Manantial hasta un callejón flanqueado por edificios de piedra. Después de varias
      vueltas llegaron a una casa vecina al muro de la ciudadela, del lado norte, no
      lejos del brazo que unía la colina a la montaña. Una vez dentro, el guía los llevó
      por  una  amplia  escalera  tallada,  al  primer  piso  sobre  la  calle,  y  luego  a  una
      estancia  acogedora,  luminosa  y  aireada,  decorada  con  hermosos  tapices  de
      colores  lisos  con  reflejos  de  oro  mate.  La  estancia  estaba  apenas  amueblada,
      pues sólo había allí una mesa pequeña, dos sillas y un banco; pero a ambos lados
      detrás de unas cortinas había alcobas, provistas de buenos lechos y de vasijas y
      jofainas para lavarse. Tres ventanas altas y estrechas miraban al norte, hacia la
      gran curva del Anduin todavía envuelto en la niebla, y los Emyn Muil y el Rauros
      en  lontananza.  Pippin  tuvo  que  subir  al  banco  para  asomarse  por  encima  del
      profundo antepecho de piedra.
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