Page 841 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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tiene que proceder de acuerdo con las leyes de la generación humana!
Mahoma, profeta del islam, «el deseado de todas las naciones», nació en La Meca
hacia el año 570 y murió en Medina en el 632, o en el año undécimo después de la
hégira. Washington Irving describe con estas palabras los signos y los portentos que
acompañaron el nacimiento del Profeta:
Su madre no experimentó ningún dolor de parto. En el momento de su llegada
al mundo, una luz celestial iluminó el terreno circundante y el recién nacido
alzó los ojos al cielo y exclamó: «¡Dios es grande! ¡No hay más Dios que Dios
y yo soy su profeta!». Nos aseguran que su advenimiento produjo inquietud
en el cielo y en la tierra. El lago Sawa se redujo y volvió a sus fuentes secretas
y dejó secas sus orillas: en cambio, el Tigris se desbordó e inundó las tierras
vecinas. El palacio de Khosru, el rey de Persia, se sacudió sobre sus cimientos
y varias de sus torres se desplomaron. […] Aquella misma noche portentosa,
el fuego sagrado de Zaratustra, que, custodiado por los Magos. había ardido
sin interrupción durante más de mil años, se apagó de repente y todos los
ídolos del mundo cayeron. [217]
Cuando el Profeta no era más que un niño pequeño de entre uno y dos años, el
arcángel Gabriel con setenta alas fue a verlo, lo abrió, le quitó el corazón, le limpió la
gota negra del pecado original que alberga el corazón de todos los seres humanos por
la perfidia de Adán y volvió a poner el órgano en el lugar correspondiente del cuerpo
del Profeta. [218]
Durante su juventud, Mahoma viajó con las caravanas de La Meca: en una ocasión
sirvió de escudero de su tío y pasó bastante tiempo entre los beduinos, de los cuales
aprendió muchas de las tradiciones religiosas y filosóficas de la antigua Arabia.
Mientras viajaba con su tío, Abu Talib, Mahoma entró en contacto con los cristianos
nestorianos, porque una noche acampó cerca de uno de sus monasterios. Allí, el joven
futuro profeta obtuvo buena parte de sus conocimientos acerca del origen y las
doctrinas del cristianismo.
Con el paso de los años, a Mahoma le fue muy bien en los negocios y cuando
tenía alrededor de veintiséis años contrajo matrimonio con una de sus jefas, una viuda
rica que le llevaba casi cincuenta años. Parece que la viuda, llamaba Jadiya, era
bastante mercantilista, porque, al ver que su joven encargado era de lo más eficiente,
decidió retenerlo de este modo por el resto de su vida. Jadiya era una mujer de una
mentalidad excepcional y a su integridad y devoción hay que atribuir el triunfo inicial

