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rendición de Francia: «Una estrella protege París.» Padecía, además,
homenaje que rindió a Napoleón ante su tumba en Los Inválidos tras la
que no ha entendido nada!» O el que su sé-quito pudo escuchar durante el
«lanzando gritos convulsivos», «miraba a su alrededor con aire extraviado
nerviosas, que según los testigos le llevaban a despertarse por la noche
extrañas visiones que le hacían caer en estados de trance o en crisis
Sus extravagantes comentarios, como el que hizo a un
sorprendido Hermann Rauschning, jefe nazi del gobierno de Danzig: «Si
cree usted que nuestro movimiento se reduce sólo a un partido político, ¡es

y gemía: "¡Es él, es él, ha venido aquí!" [...] Pronunciaba números sin sentido, palabras muy extrañas y trozos de frases inconexas [...] aunque no había ocurrido nada extraordinario». Su apoyo a las más extrañas misiones de exploración, incluyendo el envío de tropas de montaña a coronar el monte Elbruz en el Cáucaso o a entablar contacto con las «autoridades espirituales» del Tíbet. En este sentido, también su obsesión por conquis

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