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estudios y proyectos de obra para la reapertura de la línea del Canfranc.
Estoy razonablemente satisfecho de dirigir un equipo cuya labor ha estado determi-
nada por tres ejes: la recuperación de los servicios públicos aniquilados anteriormen-
te que han garantizado la seguridad existencial de numerosos aragoneses; el des-
atasco de numerosos procesos y el refuerzo de pilares sólidos para el nuevo modelo
productivo, y la defensa del interés general de Aragón a través del Estatuto de Auto-
nomía con reivindicaciones en materia de trasvases de agua o el citado artículo 108
para la financiación autonómica.
Es precisamente el Estatuto de Autonomía uno de los hitos de este año, pues cele-
bramos el X Aniversario de su reforma y nada mejor para conmemorarlo que renovar
nuestro compromiso con el texto exigiendo todos y cada uno de sus preceptos, por-
que haciéndolo, nos comprometemos con Aragón, estemos donde estemos.
En el Estatuto se halla un gran programa de país, como compendio de derechos e
imperativos: el camino a seguir para que los poderes públicos puedan abordar retos
como la desigualdad e inseguridad, la calidad de los servicios públicos, la financiación,
la despoblación, etc.
Todas nuestras fortalezas y retos pendientes nos emplazan a militar en un aragone-
sismo activo y comprometido en torno a un proyecto común, a una redefinición de
nuestra identidad.
La identidad de la comunidad cabe hacerla sobre planteamientos sobre “cómo, con
quién y de qué queremos vivir” porque respondiéndonos a esas preguntas es como
podremos decidir cómo estar en el mundo de manera implicada y proactiva.
Queremos vivir en una sociedad cohesionada, sin fracturas sociales, de manera soli-
daria y empática, siendo conscientes de lo que valemos, que es más de lo que cree-
mos y de lo que los demás nos han hecho creer. Lejos de los tópicos que se han
vertido sobre el carácter aragonés, propongo demostrar que se construye un Aragón
suave y refinado.
Siendo una Comunidad histórica, sujeto de la historia de España, debemos proponer-
nos vivir con vocación universal, asumiendo nuestra condición de parte del Estado
español y actuar en su seno para mejorar Aragón y España como país moderno, en
una red de colaboraciones con las demás comunidades, basadas en el respeto y la
convivencia y, muy especialmente, con Cataluña.
Precisamente ahora en estas fechas del Pilar, estrenamos una exposición en el Pala-
cio de Sástago promovida junto a la Diputación de Zaragoza, que pretende promover
el conocimiento de las relaciones recíprocas entre Aragón y Cataluña desde la pers-
pectiva de la historia, economía y cultura compartidas. La propuesta alcanza su sen-
tido último si conseguimos hacer un uso responsable de la Historia, sin convertirla en
arma arrojadiza contra nadie, detallando casi tres siglos de una historia compleja que
no puede resumirse con simpleza en esa idea de España contra Cataluña o viceversa.
4 Casa de Aragón