Page 1055 - Biblia el Unico Dios
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9 Me dijo: «La culpa de la casa de Israel y de Judá es muy grande, mucho; la tierra está llena de sangre, la ciudad llena de perversidad. Pues dicen: “El Señor ”.no ve nada )יהוה( ha abandonado la tierra, el Señor )יהוה(
10 Pues bien, tampoco yo tendré una mirada de piedad ni perdonaré. Haré caer su conducta sobre su cabeza».
11 Y he aquí que el varón vestido de lino, que tenía el tintero a su cintura, respondió una palabra, diciendo: He hecho conforme a todo lo que me mandaste.
Ezequiel 10
La gloria de Dios abandona el templo
1 Miré y vi que sobre el firmamento que estaba sobre la cabeza de los seres aparecía, semejante a la piedra de zafiro, algo como una forma de trono, por encima de ellos.
2 Y dijo al hombre vestido de lino: «Métete entre las ruedas, debajo de los seres, toma a manos llenas brasas ardientes de entre los seres y espárcelas por la ciudad.» Y él entró, ante mis ojos.
3 Los seres estaban parados a la derecha de la Casa cuando el hombre entró, y la nube llenaba el atrio interior.
4 La gloria del Señor (יהוה) se elevó de encima de los seres alados hacia el umbral de la Casa y la Casa se llenó de la nube, mientras el atrio estaba lleno del .)יהוה( resplandor de la gloria del Señor
5 Y el ruido de las alas de los seres alados llegaba hasta el atrio exterior, semejante a la voz del Dios Omnipotente cuando habla.
6 Cuando dio esta orden al hombre vestido de lino: «Toma fuego de en medio de las ruedas del carro, de entre los seres alados», el hombre fue y se detuvo junto a la rueda;
7 el ser alargó su mano de entre los seres alados hacia el fuego que había en medio de los seres, lo tomó y lo puso en las manos del hombre vestido de lino. Este lo tomó y salió.
8 Entonces apareció en los seres alados una especie de mano humana debajo de sus alas.
9 Miré: había cuatro ruedas al lado de los seres alados, cada rueda junto a cada ser alado, y el aspecto de las ruedas era como el destello del crisólito.
10 Las cuatro parecían tener la misma forma, como si una rueda estuviese dentro de la otra.
11 En su marcha, avanzaban en las cuatro direcciones; no se volvían en su marcha; seguían, en efecto, la dirección del lado adonde miraba la cabeza, y no se volvían en su marcha.
12 Y todo su cuerpo, su espalda, sus manos y sus alas, así como las ruedas, estaban llenos de destellos todo alrededor; sus ruedas, las de los cuatro.
13 Oí que a las ruedas se les daba el nombre de «galgal».
14 Y cada ser alado tenía cuatro caras: la primera era la cara del ser, la segunda una cara de hombre, la tercera una cara de león y la cuarta una cara de águila.