Page 1527 - Biblia el Unico Dios
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 4 Aunque también yo tengo razones para confiar en tales cosas. Nadie tendría más razones que yo para confiar en ellas:
5 me circuncidaron a los ocho días de nacer, soy de raza israelita, pertenezco a la tribu de Benjamín, soy hebreo e hijo de hebreos. En cuanto a la interpretación de la ley judía, fui del partido fariseo;
6 en cuanto al celo, perseguidor de la Iglesia; en cuanto a la justicia de la Ley, intachable.
7 Pero todo esto, que antes valía mucho para mí, ahora, a causa de Jesús lo tengo por algo sin valor.
8 Y más aún: juzgo que todo es pérdida ante la excelencia del conocimiento del hijo de Dios mi Señor, por quien perdí todas las cosas, y las tengo por basura para ganar al Señor,
9 y ser hallado en él, no con la justicia mía, la que viene de la Ley, sino la que viene por la fe del Señor Jesús, la justicia que viene de Dios, apoyada en la fe, 10 Lo que quiero es conocer a Jesús, sentir en mí el poder de su resurrección y la solidaridad en sus sufrimientos; y aun morir como él murió,
11 !y espero que Dios me conceda resucitar de los muertos!
12 No que lo tenga ya conseguido o que sea ya perfecto, sino que continúo mi carrera por si consigo alcanzarlo, habiendo sido yo mismo alcanzado por el Señor Jesús.
13 Yo, hermanos, no creo haberlo alcanzado todavía. Pero una cosa hago: olvido lo que dejé atrás y me lanzo a lo que está por delante,
14 corriendo hacia la meta, para alcanzar el premio a que Dios me llama desde lo alto en su hijo, Jesús.
15 Así que, todos los perfectos tengamos estos sentimientos, y si en algo sentís de otra manera, también eso lo declarará Dios.
16 Por lo demás, desde el punto a donde hayamos llegado, sigamos adelante.
17 Hermanos, sigan mi ejemplo y fíjense también en los que viven según el ejemplo que nosotros les hemos dado a ustedes.
18 Hay muchos que viven como si la muerte del hijo de Dios, Jesús, en el madero no sirviera de nada. Eso ya se lo había dicho a ustedes varias veces, pero ahora vuelvo a repetirlo con lágrimas en los ojos.
19 cuyo final es la perdición, cuyo Dios es el vientre, y cuya gloria está en su vergüenza, que no piensan más que en las cosas de la tierra.
20 Pero nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde esperamos como Salvador al Señor Jesús,
21 el cual transformará este miserable cuerpo nuestro en un cuerpo glorioso como el suyo, en virtud del poder que tiene de someter a sí todas las cosas.
Filipenses 4
Recomendaciones particulares
















































































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