Page 7 - Badilejo_Neat
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• Mas recientemente, cuando yo tenía unos 8 años, Badilejo notó que una pareja de
                extranjeros con un niño pequeño parecía estar perdida en la esquina de la calle
                España con Perú. Les preguntó que buscaban, los llevó a un “hotel” y vio que estén
                acomodados. Para sorpresa de mi madre, sin conocerlos, Badilejo los llevo a cenar
                a mi casa. Era Noche Buena. La pareja, llego a tener amistad con mis padres. El
                niño de la pareja es Dr. en Cochabamba. Alex, entiendo que su esposa acaba de
                morir de Covid19.


             • Tomando unos “coctelitos” con Badilejo, los tres reíamos cuando contaba de su
                juventud. En medio de la charla, Juan Carlos le preguntó si sus hermanos se habían
                divertido tanto como él. Badilejo con una sonrisa medio burlona dijo: “Su tío
                Eduardo, sobre los hombros de su tío Alberto, no me llagan al pupo”. Claro, que se
                refería a lo mucho que Badilejo se divirtió en sus años de juventud.


             • La tía Aida Méndez sonriendo me contó que sus hermanos en una reunión familiar
                le dijeron; “Lo queremos a Alberto, pero hubiera sido mejor que te cases con el
                Badilejo”. Creo que los Mendez eran de la misma tanda de jolgorio que el Badilejo.


             Habilidad para contar
             Badilejo, tenía una habilidad increíble para contar pasajes de su vida. Al escucharlo,
             me imaginaba el torno de Santa Clara que ruidosamente giraba con Juan Gumucio
             que carajeaba, los gatos que llovían de la cúpula del teatro Acha, las visitas a los
             barrios bajos de Paris, sus intentos fracasados de “colarse al Moulin Rouge”, las largas
             excursiones a Cala Cala, los pasacalles para ver a las enamoradas o las piruetas
             hechas para poder ver el tobillo de ellas... Al escucharlo, sentía el calor infernal del
             Chaco y me imaginaba a los soldados bolivianos mal equipados con sus caras de
             miedo… Y, contaba muchas otras historias. De los tres hijos, yo, fui el que menos
             participo de sus interesantes charlas.
























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