Page 95 - Vernant, Jean-Pierre - El universo, los dioses, los hombres. El relato de los mitos griegos
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     na>  los  Dioscuros,  antes  de  ser  acogido  por  Menelao  en
           Esparta,  donde  conoce  a  su esposa.  Durante  cierto  tiem
           po,  Menelao colma a Paris,  su huésped,  de regalos y aten
           ciones.  Después  tiene  que  dirigirse  al  entierro  de  un  pa
           riente.  Confía  entonces  a  Helena  la  tarea  de  sustituirlo
           como anfitriona.  Con motivo de ese entierro y de la mar
           cha  de  Menelao,  el  huésped  entra  en  una  relación  más
           personal con Helena.  Se supone que mientras Menelao es
           taba allí  las mujeres  del  palacio  real de  Esparta no  hacían
           los honores a un extranjero,  era cosa del  rey. Ahora le co
           rresponde a Helena.
               Paris y Eneas vuelven a embarcarse y,  sin esperar más,
           zarpan  hacia Troya  con  la  bella  Helena,  que  viaja  en  su
           nave de grado o por fuerza.  De vuelta a Esparta, Menelao
           corre a casa de su hermano Agamenón  para  anunciarle la
           traición  de  Helena,  y sobre todo  la felonía de  Paris. Aga
           menón  encarga  a  cierto  número  de  personajes,  entre  los
           cuales  estaba  Ulises,  que visiten  a todos  los  antiguos  pre
           tendientes y hagan una llamada a la solidaridad.  La ofensa
           ha sido tal que, incluso más allá de Menelao y Agamenón,
           es  toda la Hélade la que tiene que juntarse para hacer pa
           gar  a  Paris  el  rapto  de  una  mujer  que  no  sólo  es  la  más
           hermosa, sino griega, esposa y reina. En los asuntos de ho
           nor  la  negociación  puede  preceder,  sin  embargo,  y,  a  ve
           ces,  incluso sustituir,  el  recurso  a las armas.  En un primer
           momento,  Menelao y Ulises  parten,  por  tanto,  delegados
           a Troya, para intentar resolver las cosas de manera amisto
           sa, para que la armonía, la concordia y la hospitalidad rei
           nen  de nuevo,  mediante  el pago de  una indemnización  o
           la reparación  del  agravio  realizado.  Son  recibidos  en Tro
           ya. Algunos de los principales troyanos  son  partidarios  de
           esta  solución  pacífica,  en  especial  Deífobo.  La  asamblea
           de los ancianos de Troya es la que debe tomar la decisión:
           el  problema escapa del poder  real. Así  pues,  los  dos  grie-
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