Page 30 - Historia de la civilización peruana contemplada en sus tres etapas clásicas de Tiahuanaco, Hattun Colla y el Cuzco, precedida de un ensayo de determinación de "la ley de translación" de las civilizaciones americanas
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           Un cuadro de horror se presenta, siempre en forma hipoté-
       tica, a nuestra imaginación.
           Húndese desapiadadamente el terreno, ora bruscamente, ora
      por pausas, bajo los pies de una humanidad sobrecogida de   es-
      panto  y  condenada a una destrucción inminente.
           Por lo que respecta a la Atlántida, desaparecen, tragados por
       las olas, los campos, las ciudades, los testimonios múltiples de una
       brillante civilización, no tan lugareña que no se reproduzca en
       su estructura uno que otro rasgo de las civilizaciones africanas  y
       asiáticas a que sirvió de puente la Atlántida.
           La población ribereña métese apresuradamente, a semejanza
       del Noé bíblico, en las flotas de balsas de que dispone, a tiempo
       la mediterránea, desprovista de aquel medio de salvación, perece
       ahogada, revueltas la fauna humana  y  la fauna inferior, en las
       cumbres de los montes, como se observa en las pinturas religiosas
       que describen los estertores de la humanidad mosaica aniquilada
       por la ira de Jehová.
           En las orillas sudamericanas propiamente dichas, en que con-
       tinúa el proceso de cristalización de sus civilizaciones primordia-
       les, la inmensa catástrofe se manifiesta con caracteres menos se-
       veros.
           El terreno húndese por pausas, concediendo, como quien dice,
       batutas de espera a las humanidades amenazadas de destrucción.
           Estas retroceden, locas de espanto, a medida que se adelan-
       tan las olas embravecidas de una mar implacable.


           Está dicho todo:
           Están dichas, a la luz de un proceso de razonamiento, las cau-
       sas no morales, no sentimentales, no metafísicas, no ajenas de las
       leyes que intervienen en la mecánica de nuestro globo, que arro-
       jaron, como quien dice fuste en mano, de Oriente a Occidente, a
       las razas primordiales americanas, autoras de los primeros cona-
       tos de civilización que conoció nuestro continente.
           La revuelta ola humana que intervino en. aquella huida an-
       gustiosa, comenzada en un sector amenazado de la costa brasileña
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