Page 67 - Historia antigua de Megico: : sacada de los mejores historiadores espnoles, y de los manuscritos, y de las pinturas antiguas de los indios; : dividida en diez libros: : adornada con mapas y estampas, e ilustrada con disertaciones sobre la tierra, los animales, y los habitantes de Megico.
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HISTORIA ANTIGUA DE MEGICO.
                                  de los enemigos; otro embarazado con arboles cortados a proposito,  y
                                  que sin embargo era el mas corto y seguro.  Cortés se aprovechó del
                                  aviso, y en despecho de los Megicanos,  hizo desembarazar el camino
                                  de los ostaculos que lo ostruian, alegando que la dificultad era mayor
                                  aliciente para  el valor de  los Españoles.  Siguió caminando por
                                  aquellos grandes pinares y encinales, hasta llegar hasta la cima de un
                                  alto monte llamado Ithualco, entre  los dos volcanes Popocatepec,  y
                                  Iztaccihuatl, donde encontraron unas casas grandes,  destinadas  al
                                  alojamiento de  los mercaderes Megicanos.  Alli tubieron noticia de
                                  Ja atrevida empresa del capitán Diego de Ordaz,  el cua! pocos dias
                                  antes, para dar a conocer a aquellos pueblos el valor de su nación,
                                  subió, con otros nueve soldados, a la altisima cumbre del Popocatepec,
                                  aunque no pudo observar la boca o cráter de aquel gran volcan, por
                                  causa de la alta nieve que en  él habia, y de las nubes de humo,  y
                                  ceniza que lanzaba de sus entrañas*.
                                    De la cima de Ithualco observaron  los Españoles el bellísimo valle
                                  de Megico, pero con bien diversos sentimientos, pues unos se delei-
                                  taron con la perspectiva que ofrecían sus lagos,  sus amenas llanuras,
                                  sus verdes montañas, y las muchas y hermosas ciudades que lo cu-
                                  brían ; en otros se reanimó  la esperanza de enriquecerse con la presa
                                  de tan prósperos países  ; pero algunos, mas prudentes y cautos, se
                                  estremecieron  al contemplar la temeridad de  arrostrar tan graves
                                  peligros, y de  tal modo  se amedrentaron, que hubieran regresado
                                  desde alli a la Vera Cruz, a no haberlos estimulado Cortés a seguir
                                  en la empresa comenzada, valiéndose de su autoridad, y de las razones
                                  que le sugirió su buen ingenio.
                                    Entretanto Moteuczoma, consternado por el suceso de Choíula, se
                                  retiró al palacio tlitlancalmecatl, destinado para tiempos de duelo,  y
                                  alli estubo ocho dias ayunando, y egercitandose en las acostumbradas
                                  austeridades, para grangearse la protección  de  los  dioses.  Desde
                                  aquel mismo retiro envió a Cortés cuatro personages de su corte, con
                                  un regalo, y nuevos ruegos,  y  pretestos para disuadirlo de su viage,
                                  ofreciéndose a pagar anualmente un tributo al rei de España, y a dar

                                    * Bernal Díaz, y casi todos los historiadores, dicen, que Ordaz subió a la cima
                                  del Popocatepec, y observó la boca de aquel famoso monte  : pero Cortés, que lo
                                  sabia mejor, dice lo contrario.  Sin embargo, Ordaz obtubo del rei Católico, el
                                  permiso de poner un volcan en su escudo de armas.  Esta gran empresa estaba
                                  reservada para Montano, y otros Españoles, que después de la conquista de Me-
                                  gico, no solo observaron el espantoso cráter, sino que entraron en él, con evi-
                                  dente peligro de la vida, y de alli sacaron una gran cantidad de azufre para hacer
                                  la pólvora de que necesitaban.
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