Page 326 - Novelas
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        3 l8        OBRAS DE SELGAS.
        vive todavía en su casa,  y  podremos entendernos.
          —¿Cómo?  — preguntaron á la vez el Barón  y
        Guillermo.
          — Es muy sencillo (les contestó). Vds., que
        están perfectamente enterados del caso, se encar-
        garán de pedirle en mi nombre explicación de
        su conducta.
          — Preveo la' respuesta,— advirtió Guillermo.
          — Veamos, — dijo el Coronel.
          — Contestará sencillamente «Decidle á ese ca-
                                :
        ballero que he muerto.
          — En ese caso, le suplican Vds. con toda efica-
        cia que resucite aunque no sea más que por una
                     ,
        hora.
          Los dos se miraron sin  atreverse á sonreír,
        y á un mismo tiempo se inclinaron  , aceptando
         en silencio el encargo que se les daba. Ambos
         eran hombres de buen humor y bastante des-
         ocupados para desperdiciar la ocasión que se les
         presentaba. Por otra parte, no dejaba de ser mis-
         teriosa la reclusión á que Guillén se había con-
         denado, y el encargo del Coronel venía á ser
         como la llave con que podrían abrir la puerta de
         aquel misterio.
           Entrambos se encaminaron á cumplir  la co-
         misión de que acababan de encargarse, y el Barón
         decía
           — Es curioso esto  ; Guillén parece seducido por
         los encantos fúnebres de una muerta,  que, por
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