Page 33 - Novelas
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II.
LA CARTA
ntre tanto , el dichoso mortal destinado
á entrar con tanto ruido por las puertas
del matrimonio , gozaba de su celebri-
dad con la tranquilidad de conciencia con que
cualquier hombre honrado disfruta la posesión
de aquello que legítimamente le pertenece. Lle-
gaban á sus oídos los rumores con que la fama
llenaba el viento de la publicidad, y aquel rum
rum de asombro anticipado á los prodigios que
iban á realizarse , formaba á sus oídos la sinfo-
nía más agradable del mundo.
Influido por esa parte de vulgo que todos te-
nemos , descendía délas alturas de su fortuna, y,
confundiéndose con la multitud que repetía su
nombre, se admiraba ásí mismo. Dudoso alguna