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Las antiheroínas en las tragedias rurales de Federico García Lorca: Bodas de sangre, Yerma y La
               casa de Bernarda Alba

                      los jóvenes está arreglado a través de lo material (Frazier, 1973, p. 112), lo que de
                      nuevo me lleva a deducir ese carácter cobarde que asomaba en los ojos de la Madre.
                      Por otro lado, tenemos el personaje de la Novia. ¿Por qué la considero una antiheroína
                      junto a Yerma y Adela? La razón es sencilla. La Novia es un personaje que al igual
                      que Adela y Yerma se revela, pero su alzamiento contra la sociedad en la que vive no
                      le sirve para nada, no consigue ningún fin, aunque sus pensamientos iniciales tengan
                      otros propósitos. Es cierto que hace el intento de convertirse en heroína porque lucha
                      por lo que ella quiere, pero no lo consigue y acaba arrojando a la muerte tanto a su
                      prometido como a su antiguo novio, Leonardo.
                      Rodríguez y Romero en su artículo destacan esa rebeldía mostrada por la novia ante la
                      sociedad, en la que abandona al Novio el día de la boda para escapar con Leonardo
                      (Rodríguez y Romero, 2007). Frazier dice que la Novia se había comprometido con el
                      Novio, pero que realmente sentía amor por Leonardo, y era una pasión que no podía
                      obviar. Sin embargo, ambos terminaron su relación cuando Leonardo se casó con la
                      prima de la Novia (Frazier, 1973, p. 114).

                      Considero que la Novia es una persona obediente que cumple lo que le imponen, y
                      además, ella se resigna, porque no puede hacer lo que sus pasiones le dicen.
                      Realmente no es una heroína, ella se rebela cuando escapa con Leonardo, pero al final,
                      su mente le dice que dé un paso atrás. No se comporta como una verdadera heroína, y
                      pone en juego la vida de la persona que ama, Leonardo. En un sociedad como la
                      España de aquellos tiempos, el adulterio en los hombres estaba “bien visto”, pero en
                      las mujeres era impensable, como nos dicen Rodríguez y Romero (Rodríguez y
                      Romero, 2007). Realmente, la Novia está movida y dominada por unas pasiones
                      interiores, que la llevan a oponerse a sus principios y a sus primeras decisiones,
                      tirando en contra de su voluntad inicial (Degoy, 1996, p. 123); está es la actitud de
                      rebeldía y heroísmo que ejerce la Novia, pero que al final del relato queda sepultada
                      por la muerte de Leonardo.

                      Brenda Frazier establece una dicotomía que explica perfectamente cuáles eran las dos
                      fuerzas que había dentro de la Novia:

                      “[…]conflicto entre la voluntad y la inteligencia. Digamos que su selección mediante
                      la voluntad designa a Leonardo, y que su selección mediante la inteligencia al novio…
                      Por lo tanto, la selección de la voluntad y de la inteligencia chocan, desenlazándose
                      solo por la imaginación o por la muerte” (Frazier, 1973, p. 114).

                      La Novia acaba convirtiéndose en el campo de batalla que enfrente a dos fuerzas
                      masculinas, pero además en ese campo de batalla ella misma también pelea. Como he
                      dicho anteriormente, esta lucha interna que sufre entre la rebeldía y el sentido del
                      deber y la obediencia, hace que una vez que ha escapado, busque retroceder (Degoy,
                      1996, 123), convirtiéndola así en una verdadera antiheroína, porque siente miedo ante
                      la situación que ha provocado, y busca volver atrás:

                      novia. —Desde aquí yo me iré sola. ¡Vete! ¡Quiero que te vuelvas! (III, I, p. 153).

                      Es probable que aparte del amor que la Novia sentía por Leonardo, ella no quisiera
                      hacerse responsable de la nueva situación que le quería imponer su padre al entregarla
                      a manos del Novio. Las costumbres de la época eran tan fuertes que los padres eran
                      quienes acordaban los matrimonios, aunque en contra de la voluntad de los hijos.
                      Degoy destaca el diálogo que mantienen la Madre y el Padre de la novia en la que los
                      ven personas buenas para el trabajo y la reproducción (Degoy, 1994, p. 124):


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