Page 352 - Fantasmas
P. 352

FANTASMAS



           rrer  detrás  de él. No  quería quedarme  allí solo  cuando  apa-
           gara  las luces.


                 Una mañana,  cuando  estaba metiendo  mis libros  en la ma-
           leta deportiva antes  de salir para el colegio, se  me  cayeron  dos
           hojas de papel dobladas  de Visiones  de la historia  de Estados
            Unidos.  Las  cogí y me  quedé mirándolas,  al principio  sin re-
           conocerlas.  Eran dos hojas de multicopista con preguntas  meca-
           nografiadas,  seguidas de espacios en  blanco  para escribir.  Cuan-
           do me di cuenta  de lo que era estuve  a punto de soltar la palabrota
           más gorda que conozco,  con  mi madre a sólo unos  pasos de mí...
           un  error  que sin duda habría cambiado  la fisonomía  de mi oreja
           y habría dado lugar a un interrogatorio  que me  convenía  mucho
           evitar.  Era un  examen  para hacer  en  casa  que nos  habían  dado
           el viernes  y que teníamos  que entregar  esa  misma  mañana.
                 Llevaba  dos semanas  sin atender  en  clase de historia.  Ha-
           bía una  chica, bastante punk, que vestía faldas de mezclilla  rotas
           y medias  de red rojo chillón  y que se  sentaba  a mi lado.  Abría
           y cerraba  las piernas,  aburrida,  y recuerdo  que si me  inclinaba
           hacia delante, en  ocasiones  podía ver un trozo  de sus  bragas, sor-
           prendentemente  discretas, por el rabillo del ojo. Aunque el pro-
           fesor nos  hubiera recordado  en voz  alta lo del examen  para el fin
           de semana,  no  me  habría  enterado.
                 Mi madre  me  dejó en  el colegio y caminé  por  el asfalto
           helado  notando  calambres  en  el estómago.  Historia  de Estados
           Unidos  a segunda  hora.  No  me  daba  tiempo.  Ni siquiera  ha-
           bía leído  los dos últimos  capítulos  que  nos  habían  mandado.
           Sabía que tenía que sentarme  en  algún sitio y tratar  de estudiar
           un  poco,  leer los capítulos  por  encima  y contestar  un  par de
           preguntas  poniendo cualquier tontería.  Pero era incapaz de sen-
           tarme,  de mirar  siquiera  el examen.  Me sentía  paralizado,  in-
           vadido  por una  horrible  sensación  de desesperanza,  de que
           mi destino  estaba  escrito.



                                         350
   347   348   349   350   351   352   353   354   355   356   357